Amaba escalar paredes y montañas, era uno de los culturistas más importantes de Inglaterra y gozaba de excelente salud, por lo que pensaba que jamás se enfermaría y que la vacuna contra Covid-19 sólo era para tratar a las personas como conejillos de Indias. Así era John Eyers, un fanático de la vida fitness que en un abrir y cerrar de ojos murió tras luchar contra el coronavirus.
John tenía 42 años y siempre presumía su excelente condición física. Solía hacer ejercicio y concursar mostrando su definida musculatura. Pensó que si se contagiaba del virus sólo padecería una enfermedad leve pese a sufrir asma, "él creía que era inmortal", relató a The Guardian su hermana gemela Jenny, quien fue la última que habló con él antes de entrar en coma el pasado 11 de julio.
El hombre sufrió mucho durante la pandemia, pues ésta vino justo después de terminar con su anterior novia en Navidad. Además, estaba molesto por no poder ir al gimnasio, donde puntualmente siempre estaba a las 06:00 horas todos los días. Otra cosa que también lo dañó fue no poder ir a escalar con sus amigos, con quien tenía fotografías en redes sociales presumiendo sus hazañas en la cima de las montañas inglesas.
A decir de su hermana, John creía que la Covid-19 era real, pero consideraba que las restricciones durante la emergencia sanitaria eran exageradas, por lo que evitaba atender los mensajes oficiales sobre la pandemia. Jenny recuerda que durante una reunión familiar en junio, su hermano discutió con algunos integrantes cuando hablaban de la vacuna antiCovid-19 y aseguró que él no sería un conejillo de indias.
El sufrimiento de John tras enfermar de Covid-19
Eyers dio positivo a Covid-19 el 29 de junio y cuatro días después ya estaba gravemente enfermo. Su nueva novia tuvo que obligarlo a llamar a emergencias para pedir ayudar, pues lo veía mal, por lo que después fue trasladado al hospital Southport & Ormskirk en Inglaterra. Tenía neumonía, según el reporte oficial.
Según el relato de su hermana, John tenía fiebre y no podía respirar, ya que además era asmático. Pese a que gozaba de excelente salud y condición física, ese mismo día comenzó a vomitar sangre y jadeaba, algo desconcertante tratándose de una persona que hacía fisicoculturismo, escalaba montañas sin problema y corría 10 kilómetros sin parar, agregó Jonathan Cohen, uno de sus mejores amigos, consultado también por The Guardian.
Para el 6 de julio la salud de John empeoró aún más, por lo que tuvieron que trasladarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital, cinco días después lo conectaron a un ventilador y cayó en coma. Le envió un mensaje de texto diciéndole a su hermana que la amaba y le pidió que no permitiera que los médicos se dieran por vencidos con él. Jenny fue la última en "hablar" con él.
Así permaneció hasta el 27 de julio cuando los médicos perdieron la esperanza. Antes de morir, John le dijo a uno de los doctores que en verdad lamentaba no haberse vacunado contra Covid-19, y es que aunque el biológico no da inmunidad ante los virus, está científicamente comprobado que sí reduce la posibilidad de enfermar de gravedad y de ser hospitalizado en caso de una infección. "Tomó una mala decisión, todos las tomamos todo el tiempo. Es injusto, él pago el precio máximo por ello", contó su hermana.
El hombre de 42 años murió ese mismo día, luego de sufrir una falla en todo el cuerpo. Tenía los pulmones muy dañados, llenos de coágulos de sangre y pese a que en el hospital le suministraron desde esteroides hasta los más fuertes fármacos, su sistema inmune se aceleró y causó daños además en el hígado y riñones.
Tras el fallecimiento de John Eyers, su familia se ha encargado de hacer llegar su historia a las personas antivacunas para que reflexionen y dejen de pensar que la enfermedad no es verdad o que el biológico les causará algún daño. Al morir, John dejó huérfana a su única hija de 19 años, así como a su gemela, y sus papás.
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