PIENSA JOVEN

Del poder a la ruina. ¿Qué sucede en Estados Unidos tras la revuelta del Capitolio y la juramentación de Joe Biden?

La entrada de Biden como presidente de Estados Unidos supone el fin de la era Trump, pero no implica el fin de la división ni de la polarización en ese país

MUNDO

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Créditos: Foto: EFE

Los acontecimientos del pasado 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos fueron la culminación de una retórica que Donald J. Trump gestó desde su campaña presidencial de 2016. Los agresores expresaron ideales de un ferviente nacionalismo y de una supremacía blanca inspirada por el discurso trumpista, que se ha encargado de exacerbar el enojo y resentimiento de muchos estadounidenses hacia el establishment.

El trumpismo, que cada vez ha estado más presente en la arena sociopolítica del país, ha demostrado ser un síntoma del sistema desigual estadounidense. A pesar de que la administración de Trump ha llegado a su fin, sus ecos seguirán presentes en los próximos años y, además, seguirán siendo una amenaza para la democracia estadounidense. 

Considerando que entre los alborotadores que irrumpieron en el Capitolio se encontraban policías, bomberos, militares, maestros y otros servidores públicos, se podría decir que la cuestión se ha expandido del ámbito político a la ética civil. Algunos policías encargados de proteger las instalaciones fueron acusados de simpatizar con los manifestantes y están siendo investigados por facilitar la entrada a estas personas. Al evidenciarse que varios servidores públicos están dispuestos a anteponer sus ideales personales y políticos a sus responsabilidades cívicas, queda claro que, además de ideológico, el problema es sistémico. La creencia compartida por los seguidores de Trump de que ellos representan al verdadero pueblo estadounidense y que han sido víctimas del establishment se ha manifestado en un trato desigual entre los mismos ciudadanos. Las protestas de BLM (Black Lives Matter), motivadas por el trato injusto y violatorio de derechos humanos por los cuerpos policiacos, ponen en evidencia lo anterior. 

Los republicanos sostienen que los demócratas liberales juzgan la violencia a su conveniencia y que lo ocurrido en el Capitolio debe ser juzgado del mismo modo que las protestas por justicia social, pues es cierto que muchas fueron considerablemente violentas. Por otro lado, tanto la idea de que la toma del Capitolio fue un acto de terrorismo doméstico, como que no hay comparación con protestas pasadas, también han sido muy populares. La polarización ideológica de la sociedad estadounidense parece haber llegado a un punto de inflexión, pues la ausencia de un centro político bien definido divide cada vez más al país y pone en riesgo una democracia de 243 años. 

El impeachment

Después del ataque hacia el Capitolio, varios demócratas empujaron para iniciar un segundo juicio político —también conocido como impeachment— para castigar las acciones de Trump. La magnitud de los disturbios causó que algunos republicanos estuvieran de acuerdo con enjuiciarlo, pues varios expresaron que incitó a la violencia y atacó los principios democráticos. Mientras los seguidores del expresidente marcharon al Capitolio, Trump regresó a la Casa Blanca para observar la situación, dejando claro que no los protegería en caso de ser necesario. 

El 13 de enero, la Casa de Representantes votó a favor de enjuiciar al exmandatario por segunda vez. En la historia de Estados Unidos, ningún presidente había sido sometido a dos juicios políticos.  No solo se le acusó por incitar una insurrección en el Capitolio, sino que las acusaciones abarcaron un historial de hechos desde noviembre del año pasado: no reconocer los resultados electorales, exigir un reconteo de votos y hostigar y demandar a los estados por “favorecer” a los demócratas. Esta situación le permitirá a los demócratas tener apalancamiento contra los republicanos en futuras situaciones por haber apoyado y tolerado el comportamiento de Trump durante cuatro años y en gran medida, por seguir apoyándolo hasta el día de hoy.ç

Donald Trump silenciado

Trump ha sido colocado contra las cuerdas, ya que fue silenciado en todas sus redes sociales y no ha podido expresar un punto de vista que le permita justificar sus acciones. Además, es pertinente recalcar que los líderes republicanos, como Liz Cheney, del Grand Old Party le han dado la espalda y votaron por enjuiciarlo. Por otro lado, sus ambiciones de reelegirse en el 2024 pueden tener complicaciones por lo sucedido en el Capitolio. Como expresidente, el juicio procederá de otra manera: el voto del Senado determinará si se le prohibirá o no postular su candidatura presidencial para siempre. No obstante, hay que recordar que 74,223,744 personas votaron por Trump. Esto indica que hay mucha gente que lo apoya y demuestra el gran poder e influencia que ejerce (y seguirá ejerciendo) sobre el Partido Republicano.

Ahora, el presidente Joseph Biden y la vicepresidenta Kamala Harris tendrán que lidiar con muchas de las repercusiones que derivan de la intrusión del 6 de enero, entre ellas resalta una polarización sociopolítica que no había sido vista desde 1861. Por otro lado, existe el riesgo de dejar de lado la agenda de la nueva administración, pues el Senado estará preocupado por el enjuiciamiento del expresidente. Los primeros 100 días de los mandatarios estadounidenses son importantes, ya que sirven para observar cómo se llevará a cabo la gestión presidencial. Un juicio a Trump podría complicar los primeros días de Biden. Lamentablemente, tendrá que enfrentar una pandemia y lograr sanar la gran división actual. El verdadero reto acaba de comenzar.

MGM