Fue un día después de su cumpleaños 44, el 2 de diciembre de 1993, cuando Pablo Escobar fue abatido por las fuerzas armadas de Colombia en la casa donde se ocultaba, en el barrio Los Olivos, de la ciudad de Medellín. Después de casi año y medio de ser buscado por los servicios de inteligencia del país y luego de ser acorralado cuando lo cuidaba solamente un sicario, Álvaro de Jesús Agudelo (alias El Limón), quien también murió en la refriega.
De acuerdo con los informes de la Policía, Pablo Escobar intentó escapar por los tejados de las casas aledañas a su residencia, pero murió durante la huida de un disparo en el corazón, cuando se encontraba por encima de uno de los techos de las casas; la imagen del capo muerto por sobre los tejados daría la vuelta al mundo, y de esta manera se cerraba una cruenta etapa de la historia colombiana. Pero ¿Por qué era tan temido Pablo Escobar?
El sangriento Cártel de Medellín
Pablo Escobar llegaría a liderar a una corta edad uno de los carteles de la droga más sanguinarios de Colombia y América Latina, el de Medellín, el cual operaría durante casi una década el trasiego de cientos, miles de toneladas de droga desde este país sudamericano hacia distintos puntos del globo, principalmente Estados Unidos.
El líder del Cartel de Medellín llegó a ordenar, entre 1984 y 1993, al menos 623 atentados que se cobraron la vida de 402 personas, y dejaron mil 700 heridos. Mediante las armas y el fuego el narcotraficante impuso su ley a políticos, instituciones, periodistas, medios de comunicación y por supuesto, civiles. Aunque las cifras no son del todo precisas, trascendieron las declaraciones de Jhon Jairo Velásquez, alias 'Popeye', uno de los principales sicarios de Escobar, quien aseguró que las víctimas por los atentados perpetrados por el Cártel de Medellín podrían superar las 6 mil víctimas.
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Atentados y bombazos
Por su parte la revista colombiana Semana aseguró que fueron al menos 100 bombas las que explotaron únicamente entre septiembre y diciembre de 1989 en colegios, tiendas, sucursales bancarias; otras 85 más entre enero y mayo del año siguiente y 10 más solo en diciembre de 1992.
Entre los objetivos de estos atentados se encontraban figuras políticas y personalidades públicas que en opinión de Pablo Escobar interferían con sus intereses al denunciar de manera pública u oficial los estragos del narcotráfico en Colombia; solo por mencionar algunos personajes, entre sus víctimas se encontraban el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla; el director del diario El Espectador, Guillermo Cano; y el entonces candidato presidencial por el Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán.