Las cenas de fin de año implican grandes cantidades de comida, las cuales sirven muchas veces como puente entre un gran banquete y otro, además de ser una oportunidad para reunirte de nuevo con la familia.
Y es que el recalentado es toda una tradición. Además, está demostrado científicamente que muchos alimentos al ser sometidos a una segunda cocción, a una menor temperatura y con mayor lentitud, ganan en sabor y textura.
Tal es el caso de algunas proteínas de origen animal, carbohidratos y verduras crucíferas, como el brócoli o las coles de bruselas, las cuales tienen un proceso oxidativo que mejora sus características organolépticas.
Sin embargo, si los alimentos preparados no se conservan de manera adecuada o son almacenados de forma deficiente, pueden favorecer la aparición de bacterias, hongos y otros microorganismos potencialmente dañinos al organismo.
¿Cuáles son los alimentos que no debes recalentar?
Por norma general, los alimentos que son recalentados pierden ciertos nutrientes, los cuales pueden ser afectados tanto por las variaciones de temperatura como por su interacción con grasas o sales.
Dicho esto, hay algunos que son más susceptibles al crecimiento de bacterias potencialmente peligrosas. Tal es el caso del arroz, ya sea frito o hervido, que puede favorecer el crecimiento de la bacteria Bacillus cereus, la cual provoca importantes afecciones gastrointestinales.
Las aves, especialmente el pollo, también son muy delicadas en su consumo posterior. En este caso, pueden ser afectadas por la salmonella, microorganismo que no resiste al calor, por lo que debes asegurarte de freírlo o hervirlo a la perfección antes de conservarlo.
Los purés de papa y camote que se dejan destapados pueden ser afectados por la bacteria del botulismo, mientras que las proteínas que contienen la mayoría de los hongos se descomponen en una segunda tanda de calor, generando compuestos que pueden provocar dolor de estómago.
¿Cómo conservar correctamente el recalentado?
Existen una serie de normas de fácil seguimiento que te permitirán seguir disfrutando tus platillos por más tiempo:
- Si son ensaladas o platos fríos, guárdalas en recipientes herméticos en las zonas medias del refrigerador
- Si se trata de platos con caldo, enfríalos reduciendo poco a poco la temperatura en la estufa y guárdalos en recipientes herméticos, nunca de metal
- No uses la misma cuchara para servir platillos diferentes, pues esto puede provocar contaminación cruzada
- Los alimentos refrigerados suelen estar bien entre 24 y 72 horas. Después, considera deshacerte de ellos
- Si congelas tus alimentos, considera recalentar solo lo que vas a consumir. Nunca es buena idea congelarlos dos veces
- Usa tus sentidos: si un alimento ya no se ve bien, no huele bien o tiene texturas que no corresponden al platillo, seguro ya comenzó a descomponerse y no debes comerlo
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