Larry Fine fue uno de los más grandes exponentes de la comedia blanca en los Estados Unidos y del mundo. Su papel en Los Tres Chiflados es uno de los referentes que llega a la mente de los fanáticos del humor justo después de lo hecho por Charles Chaplin.
Pese a que este papel le dio fama y fortuna, fue la holgada forma de vivir que tenía la que lo condenaría a un triste final, el cual se caracterizó por la enfermedad y la pobreza.
Fue en 1928, cuando el guionista Ted Healy le dio la primera gran oportunidad al comediante junto a Moses (Moe) y Samuel (Shemp) Horwitz. Los tres habían sido convocados para los que serían los papeles de sus vidas para la serie Los Tres Chiflados para la empresa Fox.
De esta fecha hasta 1958, el trío no tuvo que preocuparse por el dinero, debido a que la empresa les ofrecía enormes cheques para seguir interpretando a estos personajes.
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Se quedó sin dinero
Desde que decidió entrar en el mundo del espectáculo, Larry fue rechazado por su padre, quien le dijo en varias ocasiones que actuar no le permitiría llevar el pan a la mesa.
Gracias al éxito de la producción, se pudo dar el lujo hacerle ver a su papá que estaba equivocado, por lo que decidió gastar su dinero sin ningún tipo de reparo a lo largo de los años.
Fiestas, costosos regalos para su esposa y préstamos que nunca le devolvían ocasionaban que el actor se quedara frecuentemente sin dinero; sin embargo, los cheques que le hacían llegar por su salario evitaban que se quedara en bancarrota.
La gota que derramó el vaso en sus finanzas fue la afición al juego que comenzó a desarrollar. Durante sus años activos como estrella de la serie, Larry solía gastar grandes cantidades de dinero en los casinos o en los caballos.
En 1958, la televisora decidió dejar de emitir la producción, lo cual hizo evidente que la cantidad de efectivo que ganaba era insuficiente para sostener todo lo que gastaba.
La enfermedad que lo mató
Siempre al borde de la bancarrota, el actor participó en varias adaptaciones y cortos relacionados con Los Tres Chiflados junto con Moses y Samuel. En trio también hacía varias giras para espectáculos en vivo.
Esto permitía pagar las cuentas, pero poco después dos sucesos acabarían con la esperanza del actor. El primero de ellos fue la muerte de su primogénito Johnny en noviembre de 1961. El segundo, el golpe más fuerte que tuvo en vida, fue el fallecimiento de su amada esposa Mabel Haney en 1967.
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La pareja había estado casada durante 41 años. Él se encontraba en una gira cuando su mujer dejó de respirar, por lo que no pudo despedirse de ella antes de perderla para siempre debido a un paro cardiaco.
La salud del actor fue decayendo, pero seguía apareciendo con sus compañeros en el escenario, pero en 1970 tuvo que detener las giras debido a que sufrió una hemiplejia.
Esta parálisis en la mitad del cuerpo suele alterar la postura del cuerpo y evitar que las personas se muevan con facilidad. Esta condición, además, lo condenó a una silla de ruedas, a los 69 años de edad.
Los últimos cinco años de su vida tuvo que ser atendido por personal médico, debido a que dejó de ser apto para realizar sus funciones habituales.
Finalmente, el 24 de enero de 1975 sufrió una hemorragia cerebral de la que no pudo recuperarse y murió sin dejar alguna herencia para sus allegados más que las regalías que le dieron algunos de sus películas o shows.
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