Hace unos 30 años, la vida de María Guadalupe García López cambió con la visita de un hombre a su chocolatería “Joaquinita”, en Pátzcuaro, Michoacán. El comprador tenía un sombrero y una frazada que ocultaba una parte de su cara.
“Yo me le quedaba viendo y decía: ‘Este es Juan Gabriel’. Venía como de incógnito, por lo que le dije: ‘Es usted Juan Gabriel, ¿verdad?’”, contó doña Lupita en entrevista con El Heraldo de México.

Al reconocerlo, con su tono de voz amable, el Divo de Juárez le pidió a la chocolatera que lo invitara a pasar a su casa. “Ese día pasó y yo estaba hirviendo frijoles en una olla de barro, me preguntó si los invitaba a comer”, señaló.
Ese día, el artista venía con siete personas, entre ellas el cantante Eduardo Palomo, su esposa Carina Ricco y la actriz Isela Vega. “Le dije que tenía que traer algo apropiado, pero él me contestó: ‘No, quiero esto que estás cociendo aquí’”, recordó doña Lupita.
Con la sencillez que lo caracterizó, Juan Gabriel le pidió un mandil a la anfitriona y se puso a picar rábanos, jitomate y cilantro para la comida. Luego, ayudó a colocar la mesa en el patio y dijo:

“Nada más ponte una olla grandota de agua para hacer el chocolate y una sopa de fideo”, recordó la dueña del local, ubicado en Enseñanza número 38, Frente al Museo de Artes Populares de Pátzcuaro.
Desde entonces, García López y Juan Gabriel formaron una amistad que duró años hasta su muerte, donde lo recuerda con cariño con fotos en su tienda, poemas y frases que le dedicó, así como una pintura especial que está a las afueras de su chocolatería.

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