La joven modelo y actriz checoslovaca, Miroslava Stern fue uno de los rostros más bellos y admirados por millones de seguidores del cine mexicano durante la época de mayor proyección del séptimo arte para nuestro país.
Miroslava llamó mucho la atención desde su incursión en el cine mexicano, primero por su belleza, pero también por su talento y carisma, no por nada fue nominada a un Ariel por su trabajo en “Las tres perfectas casadas” del director Roberto Gavaldón y es recordada por dos trabajos en los set de cine que han trascendido en el tiempo.
La primera es una de las comedias más interesantes y divertidas de la cinematografía del ídolo mexicano, Pedro Infante, nos referimos a “Escuela de vagabundos”, en la que hizo mancuerna con gente como Oscar Pulido, Blanca de Castrejón, Anabelle Gutiérrez y Óscar Ortiz de Pinedo y desde luego contó con la belleza de Miroslava.
La segunda fue obra de Luis Buñuel con “Ensayo de un crimen”, lastimosamente para ella y para el público mexicano, esas dos cintas fueron las últimas en su corta carrera, luego de que atentara contra su vida el 9 de marzo de 1955 cuando la joven apenas contaba con 29 años de edad.
No era la primera vez que la joven atentaba contra su vida, a los 16 años también lo intentó luego de enterarse del asesinato de quien en aquel entonces era su novio, sin embargo, en aquel marzo de 1955 no hubo manera de detenerla y perdió la vida luego de ingerir una gran cantidad de barbitúricos.
Una vida marcada por la tristeza
La información confusa sobre ese hecho marca que la joven no soportó un rechazo amoroso por parte del cómico mexicano, Mario Moreno Cantinflas, e incluso el periodista Jacobo Zabludovsky afirmó en alguna ocasión que él conocía de la existencia de una carta escrita por el propio Cantinflas a Miroslava, en la que le externaba su rechazo, ya que no estaba dispuesto a abandonar a su esposa, la señora Valentina Ivanova.
A partir de entonces se construyó la leyenda de la joven judía nacida en territorio checoslovaco, pero avecindada en México desde muy joven y que tuvo una vida marcada por la tristeza desde que era prácticamente una niña.
Miroslava conquistó los corazones de miles de mexicanos y por ende de varios de sus compañeros actores quienes admiraban la belleza y porte de la actriz checa, sin embargo, el destino le jugó una mala pasada y terminó saliendo por la puerta falsa.
La joven checa tuvo una carrera corta pero prolífica, cerca de una treintena de películas en su haber, tanto en México como en los Estados Unidos, siempre acompañada por los grandes actores de la época y relacionada al menos por la prensa y el público con varios de ellos.
La realidad es que la joven actriz brillaba con luz propia, pero a la vez su corazón estaba ensombrecido, por las pérdidas emocionales, recuerdos complicados por vivir de primera mano el horror nazi en Praga, una inestabilidad emocional con sus parejas, e incluso la muerte de uno de ellos y el descubrimiento sobre la homosexualidad de su esposo con el que se casó y después se divorció casi inmediatamente.
Todas esas marcas eclipsaron la figura de la joven Stern, quien pasó a la posteridad por su talento y belleza, misma que dio pie a la recreación de su vida y obra, de la mano del director Alejandro Pelayo, con guion de Vicente Leñero y una fotografía maravillosa de manos de un jovencito Emmanuel “El Chivo” Lubezki.
Miroslava (nombre de la película) se estrenó en 1993 con buenas críticas por parte de la prensa especializada y enmarcando el trabajo de la joven Arielle Dombasle, quien supo darle ese tono de frescura, simpatía y drama a la vida de Miroslava en la pantalla grande.
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