Cada una de ellas ha hecho carrera en la Compañía Nacional de Danza, la agrupación más importante del ballet en México. Ana Elisa Mena, Mayuko Nihei, Yoalli Sousa y Valeria Mariaud son las primeras bailarinas, el máximo puesto al que aspiran los intérpretes de danza clásica. Todas han soñado con ser las heroínas de los cuentos, las valientes princesas que se entregan a sus pueblos y, sobre todo, al amor. Desde que eran niñas, todas han trabajado para ser las estrellas de una compañía. Todas han librado batallas y han visto la evolución de la disciplina en nuestro país. Cada una de ellas ya está inscrita en la historia del ballet en México.
ANA ELISA MENA, EL PODER DEL CUERPO
En 2014, Ana Elisa Mena recibió la noticia de su ascenso a primera bailarina. El sueño que inició cuando tenía apenas 3 años de edad se concretó. A poco más de una década después, es madre, modelo y una de las líderes con más experiencia dentro de la compañía.
“Es difícil llegar a un nivel y mantenerse, sobre todo en una carrera que se va muy rápido. Cuando tienes la responsabilidad de llevar los ballets, necesitas estar bien técnicamente y físicamente, todos los días debes estar en el nivel más alto”, cuenta.
En disciplinas como el canto y la danza, la maternidad es una decisión difícil, pues aún existen prejuicios que tienen que ver con una presunta imposibilidad de mantener un equilibrio. Pero las mujeres, cada vez más, eligen y luchan por ambas cosas. Ana Elisa construyó su familia al lado de Roberto, su pareja. “He tenido una cantidad de compañeras que no han querido alternar el ballet con una vida personal por lo difícil que es porque nuestra herramienta es nuestro cuerpo. Hemos dedicado muchísimos años a la carrera, empezamos siendo muy pequeñas con la convicción de llegar a un lugar, así que cuando llegas es muy difícil irse. Yo, sin embargo, desde muy joven pensé en que quería ser madre y la vida me puso en el momento indicado”.
La creación en el más amplio de sus sentidos le dio a Ana Elisa una nueva perspectiva de la vida y de la danza, la certeza de que su cuerpo es fuerte y poderoso, pero su alma también. “Ser mamá ha sido como si todos los sentimientos se hubieran exagerado, incluso hoy disfruto mucho más bailar”, comparte.
Como bailarina, asegura, ha comprendido que con el paso del tiempo ha conseguido habilidades para enfrentar las adversidades que pueden llegar en una función y goza de una madurez para disfrutar de los roles que interpreta. “Soñaba con bailar Oneguin, Romeo y Julieta, Manon, y ya los hice. Estoy satisfecha y veo tan cerca el final de mi carrera como bailarina que quiero arroparme del escenario lo más que pueda”, indica.

VALERIA MARIAUD, JUVENTUD EN ESPLENDOR
Valeria Mariaud llegó a la compañía pisando fuerte, pronto consiguió la atención de maestros y del entonces director, siguió avanzando en su técnica e interpretación y empezó a conseguir roles principales. La plaza de primera bailarina se abrió y, poco después, fue notificada de su ascenso y se convirtió en la más joven en tener ese grado en la compañía.
“Una primera bailarina tiene que ser un ejemplo a seguir por tu trabajo, disciplina y esfuerzo; además, ser una primera figura dentro de una compañía que tiene el respaldo de una institución como el INBAL me da a mí la oportunidad de representar a mi país fuera de México. Más allá de eso, es un sueño hecho realidad; la designación es, al final, una recompensa a tantas horas de trabajo, dedicación y amor por la danza”, explica.
SUEÑOS CUMPLIDOS
Originaria de la Ciudad de México, ingresó a la CND en 2017 con 16 años, en 2018 fue ascendida a corifeo, en 2019 a solista y en 2022 a primera solista y, desde hace un año, es primera bailarina. “Lo que más quiero es sentirme satisfecha, he llegado a un lugar, pero es apenas el inicio de toda una carrera. Es imposible no sentir cierta presión, como un peso encima, saber que debes mantener un nivel y seguir avanzando, creciendo”.
La bailarina de 23 años está consciente de que ha llegado a la danza clásica en un contexto mucho más abierto, más flexible, con métodos cuestionables prácticamente erradicados. “Sé que estoy en una generación completamente distinta, hoy tenemos más libertad de expresarnos, y, sobre todo, tenemos el respeto de los maestros. El ambiente es mucho más tranquilo, estamos en un lugar en donde todos somos seres humanos. Hace un par de años no podías ni ver el ensayo de una primera bailarina, hoy estamos dispuestas a compartir”, sostiene.
Los sueños de Valeria son muy parecidos a los que, en su momento, tuvieron sus compañeras como ser protagonista de Romeo y Julieta o Manon. Sin embargo, si bien hay público cautivo, títulos que generan sold out, y la compañía goza de un buen momento, le encantaría que haya muchas más personas que vivan la experiencia de una función de ballet. “Es una experiencia de vida que convoca a la sensibilidad. Ojalá podamos compartir mucho más lo que hacemos, bombardear las redes sociales con arte, que más gente nos dé una oportunidad”, dice.

MAYUKO NIHEI, LOS CAMINOS DEL BALLET
Mayuko Nihei (Osaka, 1985) ya visualiza el retiro, pero se mantiene con la esperanza de seguir siendo parte de la CND por un tiempo más, hasta que la dirección de la compañía así lo considere. "Soy consciente de lo que viene, por eso disfruto cada función como si fuera la última. Cuando era más joven quería ser perfecta y no atesoré algunos momentos en el escenario; ahora todo ha cambiado", reflexiona.
Desde que se unió a la CND en 2006, y desde que se convirtió en primera bailarina en 2013, Mayuko ha experimentado transformaciones físicas, especialmente a raíz de su embarazo y pasó por un largo proceso para recuperar su condición. “Muchas personas consideran que el estereotipo de las bailarinas es la delgadez por cuestiones de estética, pero no es así. Requerimos que cada músculo de nuestro cuerpo sea fuerte para ejecutar una danza, por lo que, para mí, recuperar la condición física y sentirme cómoda al bailar me llevó una vida", comparte.
Su cuerpo, dice, ha cambiado. El tiempo, simplemente, sigue su curso. “Los bailarines también envejecemos, pero trato de cuidarme, de seguir una buena alimentación, tener hábitos saludables y complementar mi entrenamiento con ejercicios como el gyrotonic, que ayuda a fortalecer los músculos. También me doy espacios para relajarme y disfrutar de mi familia, ellos son lo más importante para mí”, dice.
A lo largo de su carrera, la bailarina japonesa ha interpretado roles destacados en ballets como El Lago de los Cisnes, Giselle, entre muchos otros. "Los tiempos cambian y la danza también. No significa que dejemos de interpretar los clásicos, pero hoy la tradición se fusiona con la innovación, lo que permite dotar de más humanidad a los personajes, establecer una conexión más profunda con las nuevas audiencias, con el público", explica.
El futuro ya lo ha visualizado y su meta es compartir su experiencia y conocimientos con las nuevas generaciones de bailarines, aunque, por ahora, no ha definido exactamente de qué forma.
Además de su carrera en la danza, Mayuko Nihei ha trabajado con varias marcas de lujo y recientemente formó parte del elenco de Lluvia, ópera prima de Rodrigo García Saiz, y comparte créditos con actores como Bruno Bichir, Arcelia Ramírez, Cecilia Suárez, Martha Claudia Moreno y Axel Shuarma. “El ballet me ha dado mucho, incluso, me ha permitido llegar a lugares que no hubiera imaginado, como la actuación”, finaliza.
YOALLI SOUSA, EMPODERAR A LAS NUEVAS GENERACIONES
Antes de unirse a la CND en 2011, Yoalli Sousa desconocía que el ballet podía ser una carrera profesional. Sin embargo, a medida que crecía, decidió emprender una formación más seria en esta disciplina. A pesar de las dificultades, como la falta de información en su camino, la bailarina encontró la motivación para seguir adelante. Hoy siente como una misión personal apoyar a las nuevas generaciones de la disciplina y desde su posición busca empoderar a los jóvenes talentos a través de clases y talleres que, además de enriquecer el conocimiento de sus estudiantes, también contribuyen a su propio crecimiento profesional y personal.
“No tengo planes de unirme a otra compañía. Mi objetivo es, junto con la CND, llegar a todos los escenarios posibles del país”, sostiene Sousa, quien lleva 14 años en la compañía y tres como primera bailarina.
Para ella, el panorama de la danza es alentador; sin embargo, considera que siempre se puede mejorar. “A través de la danza, tanto los bailarines como el público tienen la oportunidad de explorar sus raíces y expresarse, reflexionar sobre el pasado e imaginar el futuro, por eso deseo que sea accesible para todos. Soy una mujer que busca superarse en todos los aspectos de la vida. Siempre estoy en busca de ser mejor, de aprovechar cada momento para aprender de mis maestros y compañeros. Esto hace que ninguna presentación e incluso ninguna clase sea igual a la anterior”, afirma.
Finalmente, comparte que uno de sus grandes sueños es interpretar ballet neoclásico, una evolución del ballet clásico tradicional que se caracteriza por tener una mayor libertad en los movimientos, interpretación y coreografía, así como por la simplicidad de los escenarios y la exploración de temas contemporáneos. “Uno de mis grandes sueños es interpretar una obra de George Balanchine”, cuenta.
Por Alida Piñón y Azaneth Cruz
EEZ