Sin aire, sin tierra y sin agua el proceso de descomposición de la materia orgánica para crear composta jamás sucedería. A partir de esta transformación bioquímica de la materia, que frena la degradación tóxica de los residuos y reactiva su ciclo nutricional, surge una sustancia nueva (abono) que posibilita la vida. Así, como si de un corte estatigráfico a las entrañas de un creador se tratara, está concebida Politécnico Nacional, exposición que marca el retorno de Gabriel Orozco (Xalapa, 1969) a un museo mexicano.
Es sabido que al artista le choca hablar de retrospectiva y que los recuentos cronológicos que intentan demostrar "evolución" no van con él. En su lugar, la exposición de Orozco, que abre el Museo Jumex a partir del 1 de febrero, es un intento por mostrar los mecanismos que mueven su ejercicio artístico, por repasar los temas que desde sus inicios, en la década de los 90, le han interesado: la naturaleza y la geometría, el orden y el accidente, lo hecho a mano y lo fabricado a máquina, el ready-made y el objeto encontrado, el juego y la mecánica del proceso, tal como define la curadora Briony Fer.
Ella, quién también curó en 2013 la exposición de Orozco en la Fruitmarket Gallery de Edimburgo, ha definido como "Manual" el folleto que acompaña la exhibición: "Un manual puede ser una guía sobre cómo funcionan las cosas o cómo se participa en un juego. Este manual es un poco ambas cosas, una guía sobre cómo funciona el arte de Gabriel Orozco y una invitación a ver su práctica como un terreno de juego ampliado". Oportunidades de ir siguiendo el trabajo del veracruzano no han faltado en México: en 2000 el Museo Tamayo presentó una extensa exposición y para 2006, lo mismo sucedió en el Palacio de Bellas Artes. Esta vez, la curaduría eligió 300 piezas, las más antiguas corresponden a 1990, como es el caso de Recaptured Nature (Naturaleza recapturada), imagen de una enorme pelota de caucho vulcanizado; mientras que las últimas obras son apenas del año pasado, como Ping Pond Table (stone) [Mesa de Ping pond (piedra)], una enorme mesa de juego de 4.5 metros de cada lado y 75 centímetros de altura, que reinterpreta (gracias al taller de Juan Fraga) su pieza de 1998 y que será puesta al servicio del público (jugador) en la explanada del museo de la zona de Polanco.
La aproximación al trabajo de Orozco, quien siempre se ha asumido como escultor, no en el sentido convencional sino como un creador interesado en la tridimensionalidad, también incluye sus piezas más icónicas, esas que rápidamente llamaron la atención internacional y que en múltiples ocasiones fueron blanco de la crítica: Empty Shoe Box (Caja vacía de zapatos) de 1993, de la cuál elaboró cinco piezas más dos pruebas de artista; Oval Billiar Table (Mesa de billar ovalada) de 1996 y que pertenece a la Colección Jumex; y La DS (Cornaline) de 2013, su famoso automóvil Citroén modificado.
Orozco ha incluído además en el recuento de su trabajo una impresión de dos metros por 60 centímetros de su proyecto más público, el Mapa de Chapultepec (2019), que da cuenta de su participación, como mente brillante, en el megaproyecto (que tuvo un costo de 10 mil 500 millones de pesos) Chapultepec: Naturaleza y Cultura, de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
En el área de juego de Orozco también está incluido el título de la exposición: Politécnico Nacional. Cualquier mexicano asociará el nombre con el IPN, institución educativa y de investigación creada por Lázaro Cárdenas en 1936 a la que el Museo Jumex ha debido agradecer la facilidad para 'utilizar parte de su marca" en el proyecto, pero que, para el artista, sirve para bromear sobre el amplio espectro técnico en el que ha trabajado: dibujo, pintura, escultura, instalación, fotografía, arquitectura e, incluso, proyectista de afanes gubernamentales.
En todo caso, argumenta la curadora, el trabajo de Orozco siempre ha estado arraigado en "la experiencia real", cotidiana, de la calle y de la gente, y encuentra cohesión en una lógica a la que no le interesan "las formas pura" sino, por el contrario, las razones por las que "las cosas se ponen en movimiento".
Pero, al parecer, el artista a nadie busca complacer o, al menos, eso declaró en una entrevista de 2011 con María Minera para Letras Libres: "Nunca he pretendido establecer una relación de mutua complacencia con el público. De hecho me molesta la idea de un espectador amorfo expectante a ser entretenido por un espectáculo. Creo que he logrado que nadie espere nada en particular de mí. Eso me ha permitido concentrarme en lo que quiero hacer".
En definitiva, quizás no haya que esperar más de "Politécnico Nacional" de lo que ya sabemos de Orozco; él mismo se ha encargado de continuar presente (ya sea presentando una tienda a la que título "Oroxxo" o apareciendo, incluso, en las conferencias "mañaneras" del expresidente). Pero también existe la posibilidad de disfrutar "el riesgo artístico" que propone el veracruzano y subirse al terreno de juego con él.
Las instrucciones en el manual parecen simples, pero retadoras: es necesario pensar la exposición de Orozco como un contenedor estratificado en el que se activan los diferentes elementos que el artista ha trabajado. La Galería 3 del Jumex opera como el nivel con menos densidad y, a través de las piezas seleccionadas, busca crear "una atmósfera de espacios llenos de materia flotante, aireado y aerodinámica".
La Galería 2 pertenece a lo vegetal y ahí se concentra "una maraña de materia viva que va desde lo primordial hasta el artificio de los jardines". Más abajo, en la Galería 1, está el acuario, "un terreno de acción que conduce al mundo seco de la terraza, que es también un jardín seco de esculturas". Las claves para entender todo ese mundo tal vez se encuentren en el sótano, Piso 1, al que se le ha asociado con la composta, una mezcla hecha a base "de ideas y voces" que siempre han retumbado en la cabeza de Gabriel Orozco.
Por Luis Carlos Sánchez
EEZ