Mente Mujer

Visten las fiestas decembrinas

Más de 300 artesanas y artesanos se encargan cada año de la fabricación de esferas navideñas en Chignahuapan, en Puebla

Visten las fiestas decembrinas
Foto: Especial

Temperaturas que rondan los 350°C a 400°C, para poder moldear el vidrio en la forma deseada son las que soportan los artesanos, muchos de ellos mujeres, para darle forma a los adornos que tendremos en un árbol de Navidad, un escritorio o una mesa. Doña Reyna sabe muy bien de ese calor, que al final deja una muestra de un arduo trabajo en el que ella lleva más de 47 años.

Reyna es una de los más de 300 artesanas y artesanos que cada año desde el mes de agosto colocan un puesto en la Plaza del Artesano de Chignahuapan, Puebla.

Desde los 10 años, Reyna ha participado en este proceso de elaboración de esferas, producto que hoy ya cuenta con el símbolo de indicación geográfica para protegerlo. Por ello conoce todos los procesos “globeo, pintura y plateada”.

(Créditos: Especial)

“Ser mujer en este proceso es duro, como en cualquier cosa, pero es un trabajo que hemos aprendido generación tras generación, aunque ahora resulta más complicado porque ya hay mucha competencia”, expresó.

La historia de la fabricación de esferas en Chignahuapan comenzó en 1965, cuando el pionero Rafael Méndez enseñó a los habitantes del pueblo el arte del vidrio soplado. A partir de ahí, los chignahuapenses comenzaron a aprender y perfeccionar la técnica, transmitiendo de generación en generación.

(Créditos: Especial)

Reyna explicó que una vez formada, la esfera pasa al área de plateado, donde se le inyectan soluciones químicas a base de nitrato de plata para lograr el característico acabado espejo. Posteriormente, las piezas se sumergen en pintura, obteniendo diferentes efectos: brillantes, opacos o acaramelados, según los materiales utilizados.

Ahí es donde las mujeres son usualmente más empleadas, en el proceso de decoración, aunque hay muchas, dijo, que realizan el proceso de soplado de las esferas, todo en un proceso que lleva horas.

Ella, asegura, que será parte de esta tradición hasta el final, pues le da mucho gusto que una vez que se colocan horquillas de alambre, “estas pequeñas obras de arte pueden colgarse en los árboles de Navidad, llevando la magia de Chignahuapan a hogares de todo el mundo”.

PAL

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