Cúpula

El archivo histórico del MAM: rescate y reconstrucción de la historia

A partir de 2019 inició el trabajo para organizar y clasificar los documentos del museo; hoy ya cuentan con un espacio

El archivo histórico del MAM: rescate y reconstrucción de la historia
HISTORIA. Algunas personalidades del arte mexicano, incluido Diego Rivera Foto: Cortesía MAM

Hoy el Museo de Arte Moderno cuenta entre sus renovados espacios con uno nuevo dedicado al rescate de su historia e historias que han sucedido intramuros y extramuros a lo largo de sesenta años de su existencia.

La asignación del espacio que hoy ocupa ha sido resultado de recursos que durante la administración 2019-2024 se canalizaron a la mejora del propio Museo dentro del proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura, del Gobierno de México. Por primera vez en sesenta años el acervo documental –confinado por décadas en varios cientos de cajas sin catalogar–, cuenta en la actualidad con un lugar recuperación de su historia y desde 2022 espacio abierto a la investigación interna y externa. 

Así lo anunció en diciembre de 2022 el Boletín num. 1008 de la Dirección de Difusión y Relaciones Públicas del Instituto: El Archivo General de la Nación, –autoridad máxima y rectora de la totalidad de los archivos en nuestro país–, integraba al Registro de Archivos Históricos Nacionales  el acervo documental del Museo y le otorgaba la denominación de "Histórico".

La memoria institucional y expositiva por fin estaba ya a disposición y consulta de investigadores y público en general. Ello, resultado de un proceso sostenido y vigente de trabajo, rescate, organización y catalogación de un acervo que resulta vital para la investigación de las artes visuales en México.

El carácter temporal de una exposición y que caracteriza a la cotidiana operación de un museo, se ve trastocado y extendido en el tiempo cuando observamos el rastro documental, la investigación necesaria y la disciplina administrativa que genera cada una de ellas en su gestión, curaduría y difusión. A esa riqueza patrimonial de contenidos necesarios que no aparecen junto a la obra de arte, es a esos legajos y series documentales que hacemos referencia cuando decimos “el archivo histórico del MAM”.

Los museos y sus archivos representan una ventana importante de acceso a la historia de la institución que los fundó. Ambos concebidos como repositorios –los primeros de la obra de pintores, escultores, fotógrafos y artistas de todas las generaciones–, y los segundos de la documentación que se produce durante el desarrollo de todas y cada una de sus actividades de difusión de la obra de artistas nacionales y extranjeros, a través de exposiciones, conferencias, talleres y demás actividades paralelas.

De su riqueza documental pueden extraerse argumentos sobre las políticas públicas concernientes al arte y la cultura, las corrientes artísticas en boga en diferentes épocas, los cambios a lo largo del tiempo en las formas de diseñar carteles, invitaciones, catálogos, y otros materiales gráficos de difusión e incluso las preferencias de regímenes o ciertos funcionarios por determinados artistas.

El Archivo Histórico del MAM está conformado por la documentación generada a partir del desarrollo de sus actividades sustantivas y del trabajo de difusión del arte nacional e internacional que ha realizado desde su inauguración en 1964. Así, resguarda documentos de diversos tipos y soportes las gestiones realizadas por sus directores, curadores, historiadores del arte, museógrafos, gestores culturales y educadores, en el proceso de producción de exposiciones de su acervo artístico, así como el registro otros asuntos relacionados con la conformación de su colección, aspectos sobre su conservación, y múltiples proyectos de colaboración con instituciones nacionales y del extranjero.

Este repositorio abunda en fuentes que permiten revisar el montaje en el MAM de casi mil exposiciones, individuales y colectivas; a las que deben agregarse todas aquellas realizadas en colaboración con gobiernos de otros países y sobre todo, la gran cantidad de proyectos internacionales llevados a cabo desde el inicio de sus actividades en 1964 y hasta la actualidad, y muy especialmente durante la gestión de Fernando Gamboa como director del museo entre 1972 y 1981, un período muy importante en la historia del MAM, entre otras cosas porque durante su gestión el acervo artístico de la institución se duplicó y enriqueció con obra de los artistas mexicanos y latinoamericanos contemporáneos más destacados del momento. 

Al iniciar su administración como Director del Museo de Arte Moderno, Fernando Gamboa era ya un experimentado funcionario cultural que implementaba las políticas de intercambio artístico y diplomacia a través del arte del Estado mexicano. Así era, al menos desde la creación del INBA a finales de los años cuarenta. Entre 1972 y 1981, "el Jefe" Gamboa construyó desde el MAM una red de colaboradores, dentro y fuera de la institución, que aparecerían como la primera generación profesional y formada en el ámbito museístico para trabajar en la difusión y muestra del acervo patrimonial mexicano.

Es importante hacer referencia al cargo de subdirector técnico del INBA que tuvo a la par de director del MAM, pues gracias a ello en el Archivo Histórico existen testimonios documentales referentes a las historias de la fundación de otros recintos como el Museo de Arte Carrillo Gil, cuya colección estuvo resguardada por momentos en el MAM y que Gamboa se encargó de presentar a prácticamente al mundo entero en exposiciones internacionales. 

Desde el Archivo del MAM, hoy podemos conocer la historia de fundación y conformación de la colección del Museo Tamayo, ideado por el gran pintor mexicano, quien gustaba de viajar y coleccionar obras de grandes maestros europeos, y que generosamente donó al pueblo de México. En este proceso, Fernando Gamboa fungió como gestor e intermediario para facilitar los trámites de importación de toda la obra que hoy resguarda ese museo.

Durante la década de los setenta se desarrollaron múltiples proyectos de colaboración con gobiernos del extranjero –como el caso de Japón a través de instituciones como el Japan Art Festival–, que resultan claves para entender la existencia en la colección, de obras hoy icónicas de la colección del Museo. Hoy sabemos de exposiciones internacionales y de los prolongados viajes por el mundo de la obra de los artistas más representativos de la colección: Rufino Tamayo, José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Manuel Álvarez Bravo, y la obra de otros artistas que ya no forman parte del acervo como la de José María Velasco, que partió a un recinto en el que tendría mayor cabida: el Museo Nacional de Arte que abrió sus puertas en 1982. 

Entre los expedientes más representativos e importantes del acervo se encuentran los referentes a la fundación y edición de la revista Artes Visuales con Carla Stellweg al frente, una publicación parteaguas para la crítica de arte y difusión en nuestro país de los acontecimientos más importantes de las artes por el mundo. De la revisión de la correspondencia de su Coordinación Editorial – existente en el archivo–, nos enfrentamos al reto y las complejidades que implicaron la edición de cada uno de sus volúmenes. 

En sus diferentes etapas y momentos históricos, el Archivo descubre las entrañas del Museo de Arte Moderno y reconstruye sesenta años de historia a través de testimonios no sólo de artistas y autoridades del arte en México; la transformación de sus espacios a través del tiempo, mismos que han sido lugar, no solo de exhibiciones de obras de arte sino un espacio de entretenimiento y de enseñanza para todo tipo de públicos. El archivo guarda las historias –a veces escandalosas–, de artistas y funcionarios, así como la relación entre ellos. 

La localización de organigramas históricos dan cuenta de antecedentes lejanos de "archivo" en el Museo. Desde 1983 ya existía una "unidad de documentación" entre cuyas secciones existía una denominada "archivo muerto"  y que nunca antes se había catalogado hasta la actualidad, quizá porque se sabía que se trataba de documentación sobre gestiones operativas y administrativas del museo no se consideraba importante –como aún sucede en algunos recintos en los que se desdeña este tipo de documentación–, cuando este tipo de documentos es lo que conforma los archivos históricos; son éstos los que sustentan y contextualizan los eventos expositivos en un museo público.

El que los expedientes contengan documentos referentes a gastos y presupuestos de proveedores, numeralia de visitantes, permisos de reproducción de obra, la gestión de préstamos de obra con colecciones privadas, instituciones nacionales y del extranjero, ello nos permite abordar el evento "exposición" desde diversos puntos de vista, desde el artístico obviamente, pero también desde coleccionismo, el estadístico, el económico, el del diseño gráfico o museográfico, y/o aspectos educativos y de difusión del arte a públicos específicos como niños en situación de calle y personas de la tercera edad.

Un ejemplo de lo que nos reveló un documento meramente administrativo como es un "parte de novedades" al área de Seguridad del museo; hoy podemos conocer y hablar de historias inéditas e inverísimiles que sucedieron en el MAM como la del artista Ricardo Bartolomé Carvajal; uno de los casos y situaciones que nos han parecido de lo más sui generis –en parte por el tipo de documento en que se registró el suceso–,  y que aconteció en la década de los setentas cuando Fernando Gamboa tenía poco tiempo de haber tomado la dirección del Museo.

A principios de noviembre de 1972, Ricardo Bartolomé Carvajal se infiltró una madrugada al Museo de Arte Moderno y dejó allí su obra. A la mañana siguiente, el velador reportó con su superior jerárquico el incidente. El 11 de diciembre, Fernando Gamboa, nuevo director del MAM, elabora un reporte administrativo donde recoge para la Oficialía de Partes que obra en poder del museo un cuadro al que califica de “surrealista”. Así, da constancia del hecho y desdeña el efecto de tal “acción”. Queda la obra depositada en la bodega, desconocido su creador y su circunstancia.

Ricardo B. Carvajal está incluido en la exposición de Nuevos Valores y que reseña Justino Fernández para el no. 38 de Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas en 1969. El artista es miembro del Salón de la Plástica Mexicana desde 1967 y un conocido de Carmen Marín de Barreda, la directora saliente del MAM en ese momento.

A partir de tal hecho, insignificante en la memoria del museo e irrelevante en la consideración de sus autoridades, podemos reconstruir pugnas en el contexto de la crítica de arte en México y limitaciones en el alcance teórico que museógrafos y curadores tenían frente a las expresiones más avanzadas del arte en ese momento. Margarita de Orellana y Carmen Barreda publican en Artes de México (no.127; 1970) un artículo en el que abogan por una plataforma para discutir lo contemporáneo y no sólo para celebrar al paradigma de lo mexicano en el arte.

Que Carvajal irrumpa en el museo que determina que es “arte moderno” en nuestro país, con una pieza que responde a los debates más inmediatos de ese momento, es extraordinario y conviene que pongamos atención al documento que recupera aquella historia. La pieza ya no existe, por supuesto. Pero así revelamos mucho más que lo que parecía evidente a primera vista.         

Por la correspondencia oficial sabemos de la premura con la que le eran solicitadas a Vicente Rojo, al frente de Imprenta Madero, carteles e invitaciones que difundían las muestras y actividades del MAM y de otros museos, o la filmación de cortometrajes y documentales sobre artistas.

La integración del acervo documental al listado de Archivos Históricos Nacionales hizo necesario el rescate y organización de la documentación que da cuenta verdaderamente de la historia institucional al rescatar la documentación producida por autoridades y trabajadores, artistas, curadores, talleristas, museógrafos, personal de mantenimiento, etc. en el ejercicio de sus funciones. Del mismo modo que un museo se debe a sus públicos, el acervo aquí reseñado reconoce también como esenciales a sus trabajadores y a diversas administraciones que lo operaron. 

Preocupado por la conservación y resguardo del patrimonio documental de su historia, a través de su Coordinación de Archivos, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, ha trabajado en el desarrollo de programas de trabajo que perseguían ese objetivo hoy alcanzado: recuperar, resguardar y conservar los acervos documentales de todos sus recintos, entre ellos los museos, para ofrecerlos como un derecho a la ciudadanía.

Así, de la mano de la Coordinación de Archivos institucional, rescatar y reconstruir la historia del Museo de Arte Moderno a partir de la documentación preservada ha significado un reto que hemos logrado a pesar de que en el trayecto de 60 años mucho se ha perdido por circunstancias diversas, como el desinterés o el que las leyes encaminadas a la protección de los archivos es relativamente reciente. Realizar tremenda labor ha requerido por supuesto, de la contratación de personal con experiencia en gestión archivística, así como la asesoría de conservadores y restauradores expertos en papel, placas fotográficas, negativos, cintas magnéticas, entre otros. 

En administraciones anteriores a la iniciada en 2019, hubo intentos por comenzar la organización y clasificación de la documentación desperdigada. Sin embargo, a partir de 2019, nuevas metodologías de trabajo y el total apego a los Criterios para la Conservación y Organización de Archivos del INBAL nos ha permitido avanzar en la organización del acervo conforme a las series documentales del Cuadro de Clasificación Archivística institucional.

La principal serie documental que conforma el ArchIvo Histórico es por supuesto la referente a las exposiciones realizadas en el Museo desde su inauguración y hasta la actualidad, pero se han ido conformando otras como las relativas al acervo artístico como adquisición de obra, préstamos de piezas de la colección a otros recintos museísticos  nacionales e internacionales, restauración, cooperación con gobiernos del extranjero, actividades para las infancias y todas las actividades paralelas a las exhibiciones.

 

Archivo: ¿para qué?

Hemos referido ya que desde el inicio del proyecto el principal objetivo fue hacer de este espacio un centro generador de conocimiento que, más allá de coadyuvar en la localización de información para resolver aspectos de transparencia y rendición de cuentas, fue útil para generar nuevas investigaciones y  nuevo conocimiento. 

De tal importancia ha resultado el sacar a la luz este acervo documental que no nos hemos limitado únicamente a la organización y catalogación de papeles. Una vez que se abrió para su consulta en 2022, cientos de investigadores y público en general han acudido en busca de información para sus investigaciones, con fines de publicación y realización de tesis.  Asimismo, hemos tenido comunicación y colaboración con investigadores que se encuentran en otras ciudades del interior del país y del extranjero. 

Aunado a ello hemos realizado sinergias con otras instituciones con el préstamo de documentos y material de archivo histórico para proyectos expositivos, además de que curadores de otros museos han acudido como investigadores a nuestro Archivo. Hoy el MAM colabora con el préstamo de documentos en diferentes soportes: documentos administrativos, placas de fotografía, películas de 35 mm y grabaciones de época (cintas magnéticas) que digitalizadas han podido ser vistas y escuchadas en salas de otros espacios expositivos como, el Centro de la Imagen, el Museo de Arte Carrillo Gil, el Museo Rufino Tamayo, el Museo del Palacio de Bellas Artes, el Colegio Nacional, el nuevo Museo Vivo del Muralismo y el Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM. 

Actualmente, en las exposiciones conmemorativas del sesenta aniversario del museo encontrarán con material procedente de nuestro Archivo Histórico. Los públicos podrán apreciar material documental en soportes de papel, catálogos y audios históricos resultado de entrevistas a artistas; tal es el caso de David Alfaro Siqueiros dilucidando sobre el concepto de "arte moderno" en el marco de la inauguración del Museo en 1964; o mesas redondas como aquella de 1973 en el marco de la exposición "Surrealismo" en la que Octavio Paz junto a Rufino Tamayo y Salvador Elizondo discuten y discrepan sobre este corriente artística y su desarrollo en México y el mundo; lo mismo fotografías, obras de "arte correo", catálogos, carteles, entre otros. Materiales y documentos que hoy enriquecen investigaciones curatoriales y exhibiciones. 

Otro aspecto importante sobre la utilidad del archivo es que la colección del Museo se ha enriquecido al conocer nuevos aspectos sobre su conservación, ya que los procesos aplicables a nuevas restauraciones de obra pueden tomar referencia –gracias a la documentación preservada–, de intervenciones anteriores y los materiales que se usaron para ello en determinada época; incluso saber sus travesías por el mundo y sus respectivos momentos de estabilización o algo tan simple como el cambio de marco. 

Asimismo, se ha localizado documentación que sustenta también la adjudicación al acervo artístico o el ingreso (por préstamo o donación) y/o salida de las obras. Los "recibos de movimiento de obra" que a simple vista parecen un papel sin importancia, resultan vitales para el control de la colección. En varias ocasiones se han aclarado mediante éstos, situaciones sobre la devolución de obras a coleccionistas particulares u otras instituciones. 

Recordemos que el acervo artístico del MAM no es el mismo que en 1964, 1970 o 1982, éste último un año muy importante, ya que muchas piezas del acervo salieron para integrarse al acervo artístico constitutivo del Museo Nacional de Arte, inaugurado el 23 de julio de ese año. Su primer director Jorge Alberto Manrique –en 1987 brevemente director del MAM–, solicitó para el nuevo museo toda la obra de José María Velasco, alguna de Gerardo Murillo, Joaquín Clausell, entre otras piezas. De todo ello da cuenta la documentación. 

Por otra parte, la necesaria investigación que como catalogadores hacemos –como uno de los procedimientos a la hora de clasificar la información–, nos lleva a celebrar convenios de colaboración con otras instituciones para completar la información de nuestro Archivo. Por ejemplo, durante la década de los 70 y 80 fue muy importante el intercambio de documentación oficial con la Dirección de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores, por lo que actualmente, colaboramos con el Archivo Histórico Diplomático.

El reconocimiento del archivo como "histórico" reitera y da el valor como patrimonio documental para el país y el valor del Museo de Arte Moderno, como recinto museístico de primera importancia en México. Los 60 años de vocación y servicio de nuestra institución, su significado para la vida artística de nuestro país y la memoria cultural que nos da identidad, están ahora al alcance de todos los interesados y más más allá de garantizar el derecho a la información, el principal objetivo del rescate y organización del este acervo ha sido contribuir a generar conocimiento y a enriquecer nuevos trabajos sobre el desarrollo de las artes visuales en México. Hoy es un centro de conocimiento que ha hecho de la "investigación", una actividad sustantiva más del Museo de Arte Moderno. 

Si de hablar de gestión cultural se trata, quizá, es precisamente en los museos donde se lleva a cabo uno de los eventos más importantes relativos a la difusión y promoción de obra artística, que como dijimos ya, su de carácter "temporal", su gestión y los procesos de su creación permanecerán permanentemente en sus archivos. 

En la actualidad, archivo implica mucho más que el sitio donde se ubica y administra información que ha dejado de tener vigencia o uso inmediato. Archivo hoy supone una serie de prácticas que se integran a los discursos sobre la historia del arte, la crítica y la teoría, el acceso a diversos públicos. Es decir, que el archivo es otro de los nodos desde los que opera el museo contemporáneo y ese examen de la realidad que posibilita. El archivo es un retrato del poder y una explicación de su dinámica.

Ninguna institución puede entenderse sin los archivos que sustentan su existencia. La sección "archivo muerto" del MAM es hoy un archivo vivo que se ha convertido en pilar y sustento de importantes investigaciones y publicaciones. Asomarnos al pasado del MAM nos permite comprender su presente, entendernos como sociedad y nuestro lugar en la memoria colectiva del mismo.

Por Laura Sánchez

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