Luis Ángel Garza, novillero de Monterrey, Nuevo León, se presentó este sábado con una actuación de calidad y clase, durante el primer festejo de la temporada No. 29, en la Plaza de Toros Arroyo, al sur de la Ciudad de México.
Garza, quien vistió con un terno palo de rosa y oro, llegó tarde a partir plaza. Tras ese pequeño incidente, lidió al tercero del festejo, de nombre “Magnate”, un burel colorado, con el que mostró su toreo clásico y de verticalidad a la verónica, con dos lances muy templados. Con la muleta, volvió a torear con quietud y temple, con la mano derecha. Perdió la oreja que tenía ganada con el acero y fue ovacionado.
“La verdad es que se me fue el tiempo. No hay pretexto, estuve hospedado en un hotel muy cerca y perdí la noción del tiempo.
“Yo esperaba que las cosas se me dieran un poco mejor, con ganas, evidentemente de volver, que camine el novillo para que me muestre. Estoy trabajando en ello, sé que a mis compañeros y a mi nos falta mucho, pero estoy en ello de mejorar mi concepto del toreo”, dijo Garza, al término del festejo.
El hidrocálido César Ruiz (violeta y oro) regresó al pequeño coso capitalino, tras sus dos tardes de la pasada temporada de novilladas en marzo pasado, y volvió a conectar con el tendido de esta afición, gracias a su carisma.
Recibió al lidiado en cuarto sitio, de nombre “Buen amigo”, con dos faroles de rodillas. El momento más importante de su actuación se dio, en las banderillas, al pegar un “violín”, y luego al relance, otro par en todo lo alto. Cerró la serie con un par de palitroques cortos, al quebrarlos en el testuz del burel.
Con la faena de muleta, cuajó una serie de largos derechazos y muy templados, que conectaron con el tendido. El burel se vino a menos en la parte final del trasteo y el joven se tiró a matar, pero se encontró con hueso. Incluso, apuntilló al burel por su propia mano, en algo inédito en la historia de esta plaza de toros al sur de la CDMX.
El mexiquense Emiliano Osornio (azul eléctrico y oro) poco pudo lucir a la verónica y se limitó a torear haciéndolo por la cara. Con la muleta, destacó con muletazos de pitón a pitón, y una serie al natural, en el que mostró sus buenas maneras de hacer el toreo de arte y clásico. Escuchó palmas en el tercio.
El tlaxcalteca Jesús Sosa (azul turquesa y oro) pechó con el burel que menos se movió del encierro de La Antigua, porque se rajó luego de las dos verónicas de rodillas. Muy voluntarioso estuvo el joven, que terminó por los aires, tras un muletazo por la espalda. Fue aplaudido, tras un aviso.
“Van a haber muchas tardes, y hay que estar siempre dispuesto a todo y entregarnos a la gente, para eso estamos”, afirmó Sosa.
Ante casi un lleno, se lidiaron cuatro astados del hierro de La Antigua, del ganadero Jorge de Haro, de correcta presentación, pero de poco juego en general.
Este lunes se da a conocer el segundo cartel del serial, por parte del empresario José Arroyo.