DÍA DE LAS MADRES

Día de las Madres: Marta Saldívar es el refugio amoroso del box

La viuda de don José Sulaimán es muy querida por las leyendas de este deporte. Mientras JC Chávez le decía “jefa”, Mike Tyson la llamaba “mamá”

DEPORTES

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Marta Saldívar posó para El Heraldo de MéxicoCréditos: Guillermo O' Gam

Julio César Chavez le decía “jefa” y Mike Tyson la llamaba “mamá”. Ellos y más leyendas del ring encontraron en doña Marta Saldívar el cobijo del amor, la paciencia y la comprensión que los acompañó en luces y sombras, en su andar por el deporte de los puños.

Al casarse con don José Sulaimán (1931-2014), ella se convirtió en un pilar indispensable para el Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

“¡No se imaginan! Todos los boxeadores llegaron a mi casa y personas de muchas partes del mundo. Julio (César Chávez) venía muy seguido y, con frecuencia, me decía: ‘Jefa: ¿me invita a comer?’. ‘Sí, Julio’. ‘Pero quiero comida árabe’, y a prepararle sus alimentos”, relató doña Marta.

“A veces los muchachos subían a mi recámara porque tenía una báscula, ¡y se pesaban porque tenían pelea! (risas)”, recordó.

Por los pasillos de su hogar se asomaron Kid Azteca, José Mantequilla Nápoles, Raúl El Ratón Macías, Oscar de la Hoya, Jorge Travieso Arce, Don King o Muhammad Ali, quienes compartieron con ella mucho más que el pan y la sal, también la dicha de la gloria y el sinsabor de la adversidad.

Por 42 años apoyó, con su cariño y buen sazón, al organismo verde y oro, y a cada pugilista que tocaba su puerta.

Su casa, en la colonia Lindavista, de la CDMX, fue para los boxeadores un refugio de reflectores, prensa, entrenamientos y sparrings; un respiro para convivir entre el sabor de un buffet mexicano, y las delicias libanesas que aprendió a hacer para don José Sulaimán… y a quien estuviera a dieta para dar el peso en una pelea, lo consentía con alimento especial.

El promotor era un admirador del sazón de doña Marta. (Créditos: Guillermo  O' Gam )

Además, cubrió su responsabilidad más grande: cuidar y educar a sus seis hijos: “Me tocó ser mamá y papá porque, a veces, José estaba sólo un mes en México”. Ella sonríe, como si ayer se hubieran levantado de su mesa aquellas leyendas. “Ha sido una vida intensa, pero muy bonita, y más porque ¡José era tan especial! Le caía tan bien a todos”, concluyó.

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