Laura Restrepo realizó, con Médicos sin fronteras, tres viajes por Yemen, Etiopía y la frontera somalí, en donde vivió una serie de experiencias dolorosas y extraordinarias. Una de ellas, dice, aún le pesa en la memoria y en el corazón: una mujer, sin más, le regaló a su hijo, el niño la tomó de la mano, decidido a irse con ella. Por un instante, recuerda, sintió que debía volver a su país con el pequeño. “No sé qué será de él, todavía me lo pregunto, me pesa horrores, yo sí me lo quería llevar, pero me dijeron que uno no puede sacar criaturas de sus países así nada más”, cuenta. Los recuerdos de todo aquello los plasmó en una serie de reportajes, pero en el tintero quedaron más historias por contar.
Así nació "Canción de antiguos amantes" (Alfaguara, 2022), una novela que, según la crítica, podría ser uno de los mejores libros de la autora colombiana. La historia gira en torno a Bos Mutas, un joven escritor contemporáneo, acaso su reflejo masculino, que se obsesiona con la reina de Saba y sale a buscarla por el mundo, igual que hicieron a lo largo de los siglos personajes históricos como Salomón, Tomás de Aquino y Gérard de Nerval. Es así como encuentra a Zahra Bayda, una partera somalí. A partir de esta relación, la multipremiada autora bogotana se adentra en la terrible realidad del Cuerno de África y, al mismo tiempo, en el legendario personaje bíblico, encarnado con gran fuerza por las mujeres migrantes.
“Hay una defensa de la especie en las mujeres, están viendo qué hacer para que la vida siga, los hombres se enredan más en la guerra porque los jala, los absorbe. Ellas cruzan el desierto, nosotros, que íbamos en el coche, sentíamos aprehensión porque los caminos se borran, teníamos que andar con un guía muy experto con todo tipo de brújulas, pero las mujeres lo andan a pie, mendigando por esas ciudades tan hermosas, no vi nada más bello y más antiguo que las calles de Yemen; ellas están ahí, arrastrando la vida.
"Lo que vi en esas zonas son imágenes del futuro porque, al paso que van las cosas, no será la cultura sedentaria sino la migrante la que va a primar”, explica.
Restrepo escribió una serie de reportajes de la zona publicados en El País, una colaboración que ha mantenido desde hace varios años con la organización no gubernamental. Sin embargo, explica, este proyecto fue diferente: “No sabíamos mucho sobre qué íbamos a hacer, había muchos factores a considerar como la seguridad y los trámites burocráticos. En Somalia, por ejemplo, no pudimos entrar porque había peligro tras el secuestro de unas médicas. No íbamos a ir a Yemen, pero se logró y me cautivó de una manera tremenda, es el medioevo intacto, con mercados, fue un viaje en el tiempo impresionante. Y, al mismo, tiempo, pensé en que, si los novelistas tenemos que empezar a escribir sobre el fin del mundo, pues en Yemen ya empezó con la sequía, la guerra, los bombardeos, con los enfrentamientos entre tribus, con la hambruna y la muerte”.
El horror, sin embargo, no le es ajeno debido a que América Latina en lo general y Colombia, en lo particular, han pasado por tanto. “Los reportajes se habían titulado ‘Testigo del horror’, pero no me había gustado porque dije que yo no había ido desde el primer mundo a testificar nada, que soy colombiana y que en mi país, si bien no hay hambruna, también vivimos violencia, también vimos atentados y tampoco sabíamos si al día siguiente íbamos a morir”, añade.
Restrepo va entrelazando las historias de amor, recupera la figura de la reina de Saba, coronadas con la realidad que, ante todo, resalta la dignidad humana y la valentía femenina.
“Es una novela que mezcla tiempos, va al pasado mítico y a lo actual, y tiene ficción y reportaje. Cuenta, por ejemplo, la historia de una partera que se despliega en varios personajes. Para mí, como novelista, fue una apuesta del todo por el todo, no me importaba si salía muy bien o muy mal, yo quería romperle la camisa de fuerza a la novela porque estamos compitiendo con la novela gráfica, con las series, con los videojuegos…hay que abrirle las puertas y ventanas a la novela, yo le metí hasta ensayo."
"También quería contar historias de amor en medio de la aventura y de la sobrevivencia, me interesan los romances que están con la cara al viento, que se apoyan el uno al otro. Bos iba en busca de la reina y se encontró con un mujerón que encarna todo lo que aquella reina mítica era. Y quería hablar de unas mujeres que están en la primera línea de una batalla que se nos viene a todos, tarde o temprano”, cierra.
MAAZ