CÚPULA

Otto, un artista por convicción

A muy temprana edad, el escultor ha logrado posicionar su obra y su discurso curatorial en diversas plataformas internacionales

CULTURA

·
Otto.CREADOR. Otto jamás pensó dedicarse al arte formalmente. (Foto: Guillermo O'Gam)Créditos: (Foto: Guillermo O'Gam)

"No hay más realidad que la ilusión” fue la frase que marcó la vida de Otto, un joven de 22 años a quien su pasión por el mundo del arte lo llevó a tomar la decisión de dedicarse por completo a esta profesión.

Alejandro Martín Moreno –su nombre real– descubrió el arte a temprana edad, teniendo interés por la arquitectura moderna emocional, misma que aborda desde la visión del mexicano Luis Barragán, quien vinculó este término con la sensualidad de las formas y el color; es por eso que todas sus esculturas son monocromáticas. Además, desde pequeño se interesó por las esculturas de Mathías Goeritz y la arquitectura de Juan O’Gorman.

Otto jamás pensó dedicarse de manera formal al arte, ya que toda su vida creyó que iba a estudiar arquitectura, hasta que descubrió que la carrera por sí sola no le complementaba al 100 por ciento y la vida lo llevó por otro camino. “Siempre crecí con la idea de ser arquitecto. Me tomó mucho tiempo y mucho esfuerzo decir no”. 

LABOR. Otto inició de manera fortuita en el mundo del arte. (Foto:  Guillermo  O'Gam)

En agosto de 2016, cuando cursaba cuarto semestre de preparatoria, el joven necesitaba trabajar porque el dinero que le daba su papá era insuficiente; entonces, empezó a hacer tareas y venderlas a amigos sin saber que ahí comenzaría su historia.  “Conforme fui haciendo tareas, es que se me presenta un proyecto que surge de un examen final de matemáticas, en donde nos deja 

hacer un arco de papel. Fabrico 20 arcos, vendo cada uno y con el papel que me sobra hago mi primera escultura, el hashtag”. De esa manera, Otto comenzó a cuestionarse si lo que en ese entonces era un hobby, en realidad era el camino hacia la vida profesional.

Hace tres años, el artista recibió una llamada desde San Antonio en la que le ofrecieron realizar una plática TEDx en la universidad de Palo Alto College; fue así que dio una conferencia titulada “Traté de volverme un emprendedor y me convertí en artista”. En ella, Otto compartió cómo, en el verano de 2017, estudió un curso en el Instituto de Arte de Chicago, donde conoció a una maestra que lo hizo dudar sobre su obra. “Ella opinaba que yo era una copia de escultores modernos, decía que no agregaba nada nuevo al arte contemporáneo”. Meses después, a su regreso a México, estaba bastante frustrado, sin embargo, le ofrecieron realizar su primera exposición. “En esta exhibición fue la primera vez que me vi expuesto de forma profesional a la crítica del medio artístico. Yo no creía que iba a tener mi primera exposición después de la situación en Chicago. Tuve el miedo muy presente, pero no me dejé arrastrar por éste”. 

Otto dijo en la TEDx que cuando terminó la exposición volvió a creer en él. “Con lo que gané, decidí invertir en mi obra. Mejoré la pintura, las placas, la herrería. A finales de 2017, fabrico mi primera pieza monumental, Armonía Geométrica. Después, me comienzan a contactar más galerías y empiezo a crecer como artista y empresario”.

“Me costó mucho trabajo tomar la decisión de estudiar artes plásticas por todas las concepciones que se tienen en la sociedad del artista”, dice el creador, quien ya tenía ventas y una exposición en el Jardín Botánico de San Antonio. “Curricularmente empiezo a crecer mucho”. 

Era 20017 y llegó el momento en que alguien le preguntó si el pintar y el esculpir era realmente su pasión, si se trataba de algo que podría hacer todos los días, por el resto de su vida. Esa fue la cuestión que detonó su decisión. 

Fueron dos de sus primos los que marcaron la diferencia. El primero de ellos fue Héctor, quien le aconsejó estudiar lo que lo llenara y no renunciar a sus sueños por circunstancias económicas. Mientras que Enrique lo cuestionó sobre cómo era posible dudar si estudiar arte o no, cuando ya contaba con su primera exposición individual en San Antonio, exponía en galerías y su obra se vendía muy bien. “Hay gente que no tiene ya un lenguaje conciso como tú, no tiene ventas, instituciones, nada. Y ellos se la juegan”, le dijo. Pero para Otto era muy difícil ir en contra de su familia. 

Cuando se dio cuenta de que las ideas de sus padres eran prejuicios y conceptos que no eran los suyos, Otto entró en paz y sus obras ascendieron a un piso totalmente diferente. “Las ventas, las exposiciones, las ideas, las piezas, todo se elevó, porque ya estaba comprometido con algo. Antes estaba como en un limbo, no era arquitecto ni artista. Fue la decisión que salvó mi vida”, asegura. 

En enero de 2020 tomó la decisión de estudiar la carrera de Artes Plásticas en Art Center College of Design, en Pasadena, Estados Unidos: “Era el momento más feliz de mi vida, el momento más increíble”.

Sin embargo, debido a la pandemia por COVID-19 se quedó encerrado en su departamento con su iPad, el cual un buen día se quedó trabado. De esta manera nació Loading, su más reciente proyecto: “Es una pieza que habla del símbolo de “loading”, que es el que aparece cuando una computadora está cargando. “Me di cuenta que así estábamos: aguantando, esperando una nueva realidad sin saber que estaba pasando, en un mundo que se puso en pausa”. El proyecto evolucionó a representar todo lo que México sigue esperando y lo llevo a un formato público.

Así fue como el artista decidió llevar esta pieza a las calles y la colocó en diversos puntos de la CDMX, armándola con conos y letreros que tuvieran el símbolo de loading acompañado de mensajes muy puntuales: “Ahora, en vez de decir que estamos esperando un mundo sin pandemia, lo que sucede es que en México hay muchas cosas que esperamos y nunca llegan, cosas como una atención médica digna o un transporte público digno. Crecí con la promesa de que la corrupción se acabaría”, dice. 

Otto comenzó a dibujar a los 9 años. Fue durante su primer año de preparatoria que inició a tomarse en serio la práctica escultórica, viéndose determinado a emprender una carrera en el mundo del arte. No fue fácil. Aún recuerda cuando vendió sus primeras piezas y lo llenaba de emoción la idea de poder consolidar su sueño. “Saber que una idea dentro de mí se transformó en una realidad y que ahora esta obra se ubica en la casa de alguien más, me llena de orgullo”. Alejandro entendió que estas piezas eran como su familia y que cada vez que entrega una pieza deja una parte de él.

Otto ha retomado sus estudios para que una institución lo valide como el artista que es y que quiere ser. Él sabe que aún quiere reinventarse, madurar como persona y consolidarse en el mundo del arte.

Por Melissa Moreno

PAL