LUZ DEL COLIBRÍ

La luz cotidiana de los amantes

El autor trabajó cada poema y sección con su editor como una partitura; el resultado es ese libro que publicó Ediciones ERA

CULTURA

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MANUEL OCARANZA. “El amor del colibrí”, 1869. Óleo sobre tela. Cortesía: Museo Nacional de Arte/ INBAL, 2021.Créditos: Cortesía

Entre los rituales constantes del amor está el de despertar juntos. Comienza cuando cruzamos muy lentamente el umbral donde todavía no sabemos si estamos despiertos o dentro de un sueño. Continúa con el reconocimiento, siempre confuso al principio, de los límites entre el cuerpo propio y el de la persona amada. En un tercer tiempo, los amantes van reconociendo, aceptando, asimilando los olores, la respiración oceánica del otro: en general conjurando las distancias, las diferencias que alejan. El momento culminante es cuando vamos tomando conciencia de que nos encaminamos hacia la luz del día y hacia la luz de la presencia amada. Alcanzar la luz radiante de los amores que despiertan puede ser alcanzar un momento altamente erótico y sexual, pero también mirar de pronto la primera sonrisa matutina de quien se ama. Esos cuatro momentos del ritual: umbrales; cuerpos; conjuros y luz, son las secciones de mi libro Luz del colibrí. **

Durante tres años tomé notas cotidianas de la experiencia de despertar con una persona amada. Cada semana redacté un texto e hice un video ilustrándolo. 153 videopoemas. Los subí a las redes y recibí ecos, recabé experiencias de otras personas de todos los sexos sumadas a las mías. Luego depuré amorosa y artesanalmente el conjunto, hasta rescribir 48 poemas, 12 por cada momento del ritual amoroso descrito antes. Trabajé cada poema y cada sección con mi editor como una partitura, y el resultado es ese libro que, con una portada sorprendente de la artista Tatiana Parcero, publicó ediciones ERA.

LUZ DE COLIBRÍ DE ALBERTO RUY SÁNCHEZ. Editorial Era, 2016. Foto: Tatiana Parcero.

El título fue inspirado por un poema del gran poeta español Ángel Valente, quien describe cómo los colibríes en la rama del amanecer beben de la flor y se convierten un poco en flor. Mientras, en el mismo acto, la flor despierta incendiada de alas, se vuelve un poco pájaro. Eso mismo sucede con los amantes, me parece, a la luz del amanecer amoroso.

Agradeciendo la invitación, ofrezco a los lectores de Cúpula una muestra de estos rituales amorosos del colibrí que siguen perturbándome cuando los leo y resucitan en mí cada despertar de ayer, de hoy y, tal vez, de mañana, si tengo suerte.

* Sobre el autor: http://www.albertoruysanchez.com

** Luz de colibrí se consigue en: https://www.edicionesera.com.mx/libro/luz-del-colibri_78603/

DESPIERTA UN RÍO

Algo fluido, como el tiempo,
nace entre mis brazos
cuando tú abres los ojos.
Aparece
como si de tu cuerpo brotara el mundo.
Y yo me dejo llevar por ese río recién nacido
como algo que va tomando
la forma de un cuerpo entre tus brazos.
Caudal de alcoba, de besos, de arrebato.
Soy lo que inventa tu sonrisa
despertando.

LA CONTINUIDAD DE LOS SUEÑOS

Despertar y mirarte.
La espalda desnuda,
los sueños en ella recorriéndote pausados.
Cerrar los ojos
para ir por tu espalda en tus sueños.
Muy abajo,
entre las sábanas,
perdiéndome lentamente,
orientado por tu olor,
por el olor de un sueño.
Despertar de nuevo y mirarte desnuda,
soñando hacia el muro
convertido por ti en todos los paisajes
de todos los sueños.
Los míos se detienen en tu espalda,
viajan en ella de arriba abajo,
muy abajo de nuevo.
Dormir y despertar tres veces, cuatro tal vez.
Y ya nunca saber dónde termina qué,
dónde comienzan los besos,
si aquí o allá me arañabas
suavemente la espalda,
si soñé tu nuca o desperté besándola.

La continuidad de los sueños
se apodera de todos los deseos.

Una y otra vez
despierto sin despertar
y te beso sin tocarte
hasta que una sonrisa plena,
profunda,
me dice que logré entrar
en tu sueño
y al amanecer
besarte allá y aquí
en la boca.

CONJUROS

Algo de golpe sabe raro,
huele y suena mal.
Un insomnio delirante muy obscuro
o un mal recuerdo peor soñado,
un nada que perdonar
imperdonable.
La intensa convulsión
que nos mantiene deseándonos y vivos
a veces hace del alma seño fruncido.
Somos también tormentas que dislocar,
hechizos que conjurar, venenos tenaces,
revoltijos de entercado olvido.
Amanecer contigo es también
el reto de recordar
y el arte de hilar
los gestos amorosos,
las palabras y los silencios,
el canto y el movimiento,
las sonrisas y los placeres
obscena
y meticulosamente compartidos.

SÁBANAS CIFRADAS

Incluso cuando despierto
y ya te has ido
las sábanas me
dicen que estás cerca.
Me escribes en la noche,
sin saberlo,
una carta de amor
en los pliegues y requiebres
de la tela.
Son líneas sin ton ni son
de una canción abrupta.
Del corazón, contorsiones.
Diástole entre tus piernas.
De la mirada, espejismos.
Tu silueta floreciendo
en mi retina.
Del oído, ecos, vértigo,
estallido,
súbita orientación perdida.
Son y no son:
tu olor tenaz,
tu olor de olores
hablándome al oído,
tu mano abierta
mirándome asombrada,
tu voz que huele y duele
y sabe a mar
y me encandila.
Son las huellas digitales
de los sueños
que anoche
compartiste conmigo.

MIRARTE DENTRO

Con el tacto exaltado
mirar dentro de ti.
¿Cómo explicar que
mi sexo mira
como un ave
que te vuela dentro?
Con la inocencia del ciego
que al retirar la venda
ve por primera vez.
Amarte es mirar.

TU LÍNEA DE SOMBRAS

Cuando el sol
toca al amanecer
tu espalda desnuda
la línea de sombras de tu cuerpo
es guiño y es abismo.
Y en él quiero hundirme.
La misma línea
baja por tu espalda
Y en la cintura,
se hace profunda,
tiembla apretada
entre tus nalgas,
lanza al aire
líneas claras
para dibujar
tus piernas.
Levemente más obscura,
esa línea concentra
los restos
más profundos
de la noche,
es sonrisa, pregunta,
carcajada y silencio:
composición en movimiento.
Dentro y fuera
de tu línea de sombras
mi cuerpo quiere estar en ti
y mi sinrazón contigo.
Volverme sombra
en la línea más aguda,
cálida y cambiante
de tu cuerpo es,
al amanecer,
mi vocación más clara.
Ser en ti, contigo
un sólo abismo enamorado.

LABIOS, DIENTES

Me tocas.
Siento tu frente en la mía,
suave primero,
cada vez más intensa.
Dices que así entro mejor
en tus ideas.
Casi al despertar me miras,
siento que me miras
con los ojos cerrados.
Dices que así me ves más hondo.
Me hueles. Escucho que me hueles.
Dices que estoy en el aire que respiras.
Me devoras lentamente
con tu sonrisa afilada,
navajas desenvainadas
los dientes.
Me abrazas,
y te mueves como oleaje
llevándome agitado a la deriva.
Tu beso es ancla
y tormenta.
Fuertes y suaves a la vez,
tus labios y tus dientes
son razón obstinada.

EL SECRETO DE LA LUZ

Antes del tiempo,
amarse y despertar
era escribir y borrar.
Había palabras
de incendio y calma,
transformación y misterio.
Escribías en mí
algo que parecía fluir
de tus manos
y de tu lengua
que todo lo sabía.
Me iniciabas
al secreto de tu luz
y sus letras cambiantes.
Escribías
con luz
en la luz del aire el río ritual
que nos ataba
y desataba.
Amarse y despertar
es escribir y borrar:
seguir haciendo el ritual
de ese secreto sin sombras
en la luz de tu cuerpo.

Por Alberto Ruy Sánchez

 

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