Todas las culturas han desarrollado una visión sobre la muerte que les determina su propia vida y pensamiento; esta ha sido motivo de reflexión, de ceremonias y creencias en todos los tiempos. México se ha identificado como un país en el que la muerte es cuestión de risa, de fiesta y celebración; dicha característica de nuestra idiosincrasia es un estandarte para reconocernos de entre otros, es parte de nuestra identidad.
Muchos autores extranjeros han escrito de la extraña burla macabra y la familiaridad de los mexicanos con la muerte, ya que en la mayoría de las culturas tiene un significado negativo, de pérdida. Sin embargo, para los antiguos mexicanos, la muerte no era angustiante ni amedrentadora, no había por qué rehuirle ni darle la vuelta, sino más bien enfrentarla, pues era la vía para encontrarse con sus dioses.
Noche de muertos
Hoy en día, los estudios históricos y antropológicos han permitido constatar que las celebraciones dedicadas a los muertos no sólo comparten una antigua práctica ceremonial donde conviven la tradición precolombina y la tradición católica, sino también una diversidad de manifestaciones que se sustentan en la pluralidad étnica y cultural del país. La Noche de Muertos está inscrita como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO; esta celebración es actualmente reconocida en todos los ámbitos culturales a nivel internacional. Asimismo, la riqueza cultural de esta festividad reposa también en un sinfín de representaciones en torno a los muertos que han dado lugar a infinidad de obras plásticas, objetos artesanales y arte efímero; así como en piezas que músicos, pintores y poetas mexicanos han generado en los últimos siglos.
Esqueletos
La muerte es un tema universal que tiene salida en campos tan heterogéneos como la música, la danza, la literatura, el cine, el teatro y el arte; es así como podemos ver una gran variedad de obras que juguetean con ella. Del repertorio de obras elaboradas por el artista neerlandés Vincent Van Gogh, hay una en especial que es particularmente distintiva: "Cráneo con cigarrillo encendido". Vincent la realizó mientras estudiaba en la Academia de Artes en Amberes; pintar esqueletos no formaba parte del plan de estudios y, con dicha pintura, el artista se burlaba de los procedimientos de las clases de dibujo. De igual forma, con el cigarrillo encendido y atorado entre los dientes, el esqueleto adquiere también un toque de vida grotescamente divertido.
Vidas perdidas
En este año tan peculiar, celebrar a la muerte significa por un lado realizar un homenaje a todas las vidas perdidas y por otro, no abandonar el vínculo especial que como mexicanos hemos tejido con ella.
Es por eso, que Van Gogh Alive México presentó un espacio dedicado para conmemorar esta conexión con la muerte; ya que así cómo Vincent utilizó a la muerte para divertirse con ella, este año los mexicanos también jugaron con ella y con el artista… Irremediablemente, al final todos vamos hacia ese divertido encuentro.
Por Bernardo Noval