En ninguna región del mundo se vive tanto como en la Unión Europea, donde la esperanza de vida media superó en 2022 los 80 años. Pese a esto, dentro del propio espacio comunitario existe una diferencia de casi una década entre el país donde más se vive, España (83,2 años), y el que menos longevidad registra –Bulgaria, con 74,2 años-.
Al igual que sucede con el país balcánico, los Estados del este de la Unión Europea, en su mayoría incorporados durante la gran ampliación de 2004, tienen una menor esperanza de vida que el resto de la región. De hecho, tres de los cuatro Estados con menor esperanza de vida, Bulgaria, Rumanía y Lituania, son también los que tienen una menor inversión per cápita en su sistema sanitario.
Pese a esto, las dinámicas de desigualdad norte-sur que predominan en muchas de las estadísticas europeas no se cumplen de forma tan marcada en este ámbito: España e Italia, a menudo a la cola en varias clasificaciones socioeconómicas, están entre los primeros países en términos de esperanza de vida.
Curiosamente, ni Italia ni España destacan por una elevada inversión en salud, estando por debajo de la media europea en relación al PIB. Aun así, el sistema sanitario español es reconocido como uno de los mejores del mundo, ofreciendo acceso universal a sus ciudadanos
En el caso de Suecia, Luxemburgo e Irlanda, los otros países europeos con mayor esperanza de vida, sí que se cumple la premisa que vincula unos altos niveles económicos y una fuerte inversión con altos niveles de salud.