Para Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, es motivo de festejo alcanzar los primeros 25 años del boxeo profesional femenil avalado por la Comisión de Boxeo y Lucha de la Ciudad de México, un paso que permitió el desarrollo de figuras que han inspirado a cientos de mujeres.
"Es un tema de gran satisfacción, costó mucho trabajo, costó mucho sudor para las mujeres. No les daban la oportunidad. Podemos contar centenas de mujeres en este deporte, es una realidad.
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Estoy muy contento, hay que celebrar y seguir, no bajar la guardia, porque la mujer aún debe ganar más espacios y más dinero", dijo en entrevista con El Heraldo de México, el dirigente internacional.
Recordando el proceso, Mauricio reconoció que su padre, José Sulaimán fue uno de los que colaboró con Laura Serrano y el promotor Raúl Cruz a cristalizar el sueño de ver a peleadoras entrenar de manera segura, de subir al ring y ser remuneradas por ello.
A pesar de que la historia del boxeo mexicano es extensa, para las mujeres el camino ha sido un poco más largo, pues no fue hasta el 3 de junio de 1999 que fue normalizado ante la ley y los reglamentos.
Sin embargo, a pesar de las prohibiciones, que hay registros de peleadores de un siglo atrás, quienes llegaron a practicar de manera clandestina.
A inicios de los años 30 tomaron fama Margarita Montes y Josefina Coronado, ambas mujeres nacidas en Mazatlán, Sinaloa.
Margarita, después de haber incursionado en beisbol y tauromaquia, comenzó a entrenar boxeo a escondidas, pues en ese entonces no se veía bien que una mujer participara en este deporte.
Montes tuvo una rivalidad deportiva importante con Josefina Coronado, otra de las pioneras del boxeo femenil. Las dos guerreras mexicanas brindaban entretenidos combates, por lo que se les dio gran proyección en esa época, pero las autoridades mexicanas prohibieron el boxeo femenil en 1947, forzando el retiro de ambas.
El rumbo del deporte cambió con la llegada de Laura Serrano, quien conoció el boxeo mientras estudiaba leyes en la UNAM. Ella fue la encargada de abrir la puerta al profesionalismo, pues junto a su compañero abogado Salvador Ochoa, interpusieron un amparo para que ella y cualquier mujer pudiera entrenar y pelear de manera profesional.
Sin embargo, Laura no pudo disfrutar del fruto de su lucha, pues debutó en Estados Unidos, cinco años antes de lograr imponerse a la Comisión en México, y permaneció allá hasta su retiro profesional.
Sin embargo, gracias a ella peleadoras como Mariana Juárez y Ana María Torres, se abrieron camino en la historia del deporte y fueron dos de las cuatro boxeadoras que se presentaron por primera vez como profesionales en una velada organizada en la Arena México, que hasta hoy ha inspirado a cientos de peleadoras que siguieron sus pasos.