En Zambia cada mes de abril se lleva a cabo la ceremonia de iniciación de cientos de niños conocida como “Makishi Masquerade”. Los encargados de realizarla son los MaskMan, individuos que se envuelven en máscaras alegóricas cuyo tamaño simboliza su posición jerárquica en el grupo y son los encargados de reclutar a los niños. Este evento celebra el paso de la niñez a la edad adulta y ha sido transmitido de generación en generación.
Estos enigmáticos personajes se desplazan hacia lugares frecuentados por niños o turistas, acompañados por resonantes tambores que marcan el compás de sus danzas que atraen a los niños, aunque algunos huyen de su presencia. El reclutamiento se materializa si los niños los enfrentan directamente a los ojos o si los siguen y cruzan una línea, confirmando que serás iniciado. Una vez reclutados, los Maskman visitan las casas de los nuevos participantes para cobrar a sus familias el "costo" de la iniciación y notificarles que no verán al joven durante al menos seis meses.
Aunque los Maskman despliegan espectaculares danzas, su presencia infunde temor en la población. Para las niñas, acercarse demasiado conlleva el riesgo de recibir azotes con un látigo. Los extranjeros se ven limitados, sin poder capturar imágenes o arriesgándose a ser despojados de dinero si lo hacen; y si un hombre foráneo cruza la línea, enfrentará el mismo destino que los niños.
“Los vimos acercarse con grandes tambores, haciendo danzas. Cuando llegaron la mitad de los niños corrieron a esconderse, la otra mitad los empezó a seguir. Una de las personas que conocíamos volteaba al suelo, pues tenía miedo que sí lo veía se lo fuera a llevar.” Nos contó Monserrat Uribarren, quien fue voluntaria en African Impact en verano de 2023.
En esos seis meses los niños, ahora adultos, se encuentran en el “Mukanda” en medio del bush. El bush camp es un “campamento” construido por las mismas personas en la tierra. Por lo mismo, no hay medidas de higiene. Aquí aprenderán todo lo que conlleva ser hombre. La primera semana son circuncidados y no se podrán ir hasta que la herida sane. Dentro de la comunidad se dice que tiene un carácter educativo y una función de transmitir prácticas, habilidades de supervivencia y conocimientos sobre naturaleza, sexualidad, religión, creencias y valores sociales de la comunidad. No hay mucho detalle de lo que pasó en esos seis meses, lo que sí se sabe es que, al regresar muchas veces abandonan sus estudios y deciden volverse ellos maskman.
Audrey Nyumba, una defensora de los Derechos Humanos encargada del proyecto de “Girl Impact” en African Impact Zambia, enfatiza que no ve ningún punto positivo. Explicó que nunca ha influenciado positivamente la educación y la infancia de los niños. “Solo hemos visto una parte violenta dentro de ellos y la mayoría dejan la escuela para practicar lo que aprendieron” comentó.
Así mismo, explicó que en el pasado la importancia era enseñarle a los niños las tradiciones, las creencias de las tribus y el valor de la ceremonia era especialmente por la circuncisión. Ahora esta ceremonia está perdiendo valor poco a poco. Están aceptando otras tribus ya que necesitan el dinero. “Básicamente aceptan a quienes quieran ir, lo que hace que pierda el valor que defendían que era por la fe” comentó.
El impacto en la comunidad es nulo. “El impacto en el desarrollo es ninguno porque la mayoría de los niños que van no hacen nada positivo en la comunidad a su regreso. Su mayor logró es embarazar a una mujer porque ya pueden dominarla por ser hombres” relata la experta.
Dentro de sus valiosas aportaciones Audrey mencionó que la única manera sostenible de integrar la tradición a la comunidad sin dañar ni vulnerar las infancias sería involucrando a la comunidad para entender el significado de la tradición y que se haga acabando la educación (12 años). Pero lo más importante, es que se haga solo si ellos quieren. Hay que enseñarles a decir no hasta que sepan que está bien y mal.
La práctica del Makishi Masquerade en Zambia plantea una serie de desafíos y controversias en relación con los derechos humanos, la educación y la equidad de género. Si bien esta tradición ha sido transmitida de generación en generación y tiene un significado cultural profundo, también está asociada con la violación de los derechos de los niños y la perpetuación de normas de género discriminatorias.
Por:
Regina Fernández
Lic. Comunicación
Universidad Anáhuac
Instagram: @regiinafernandez
Linkedin: Regina Fernández de Cevallos Becerra Acosta
Ana Fernanda Padilla
Lic. Comunicación
Universidad Anáhuac
Instagram: anaferpa
Linkedin: Ana Fernanda Padilla Cambrón
VR