Alrededor de la Nochebuena y la Navidad hay cientos de historias en todo el mundo. Y aunque la mayoría son bonitas, hay algunas que combinan cosas pensadas para asustarte. Ese es el caso del gato negro de la tradición de Islandia, la cual te invitamos a conocer a continuación.
Este curioso felino recibe el nombre del Gato de Yule o Gato de la Navidad, y se trata de la mascota de una giganta malvada que suele amenazar las zonas rurales de este país, ubicado al norte de Europa.
Aunque está basado en la mitología islandesa ancestral, este enorme gato que, de acuerdo con la descripción clásica, mide lo mismo que una casa y sus bigotes son navajas filosas, apareció formalmente en las sagas de mediados del siglo 19.
Se dice que, durante la víspera de Navidad, el Gato de Yule ronda por las casas, viendo a las personas que no están estrenando un suéter o unos calcetines bonitos. Si eres uno de esos desafortunados, podrías convertirte en su cena.
Una tradición nórdica
De manera similar al Krampus de los alemanes, el Gato de Yule es una figura relativamente oscura del folclor islandés. De hecho, según las sagas, el felino es tan salvaje que ni su dueña, la giganta Gryla, puede dominarlo.
Aunque en la literatura del siglo 19 ya fue introducido, al igual que los demoniacos hijos de Gryla, el Gato de Yule no cobraría relevancia sino hasta 1932, cuando el poeta Jóhannes úr Kötlum le dedicó un largo poema en su libro Ya viene la Navidad.
De acuerdo con Kötlum, aunque nadie sabe de dónde viene ni a dónde va, quien escucha su maullido tiene por seguro una muerte horrible, pues es devorado por no portar ropa nueva en una fecha tan especial.
Aunque para los niños de la década de los 30 del siglo pasado pudo ser aterrador, la realidad es que poco a poco se ha convertido en sinónimo de fiesta. Incluso, en 2018, fue la pieza central de las decoraciones navideñas en Reykjavik, capital de Islandia, mientras que la cantante islandesa Björk incluso le ha dedicado algún tema.
Creado para inspirar la productividad
Por increíble que parezca, la tradición del Gato de Yule pudo tener un origen mucho más materialista que moral, pues distintos investigadores aseguran que se trató de una treta para hacer que los campesinos trabajaran más rápido de cara al inicio del invierno.
“Durante los largos y oscuros meses del invierno, la actividad principal en las granjas era trabajar la lana y era lo que ocupaba a la gente. Como eran pobres, no podían darse el lujo de haraganear, por lo que se cree que la leyenda del Gato de Yule, que come gente que no estrena ropa, los inspiraba a trabajar más duro”, señaló al portal Atlas Obscura Helga Vollersten, etnóloga del Museo Nacional de Islandia.
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