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Infancias trans y su complejidad en la lucha por el derecho a la identidad

¿Por qué la iniciativa de ley sobre las infancias trans es completamente improcedente?

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La legislación debe velar por sus derechos.Créditos: El Heraldo Media Group

Es casi seguro que todas las personas hemos visto la escena en montones de películas, series de televisión y algunos han tenido el privilegio de verla en persona. El momento en que ve la luz una nueva vida humana y el ginecólogo o la partera le dan una nalgada y dicen “es niño” o “es niña”. 

A decir del escritor Nicolás Alvarado, este es el momento en que en buena medida en la mayoría de los casos se determinará el género de una persona y no porque esa persona tenga un pene o una vagina, sino porque a partir de que tenga un pene o una vagina la sociedad lo dirá, es decir, en el momento en que la partera dice “es niño” o “es niña” y los padres participan de ese pacto, esa persona será educada como niño o como niña. 

Lo que la sociedad exige

La frase “es niño” o “es niña” tiene una función performativa, a partir de eso se le comprarán cosas azules o cosas rosas, se le comprarán muñecas o carritos, se le pedirá que vaya a un cierto baño, se le pedirá que juegue con unas ciertas personas, que se forme en unas ciertas filas, se le comprarán cierto tipo de libros, se le pondrán cierto tipo de películas, se buscará que en sus interacciones con otros niños juegue cierto tipo de rol

Esto implica que habrá un condicionamiento cultural que llevará a este “ser humano” por el hecho de tener un pene o por el hecho de tener una vagina, a vivir la vida desde la primerísima infancia como niño o como niña.

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Decidir quién quieres ser

Hay una buena noticia dentro de todo esto, en general, la dinámica sale bien, pues la gente suele adaptarse a este género, pero hay un porcentaje de personas que no se adapta esa directiva de género que pese a la evidencia biológica no los identifica anatómicamente como hombres o mujeres desde su percepción.

Es muy respetable que exista gente que no se experimenta como perteneciente al género que le ha sido asignado. Hay un fraseo recurrente que también hemos visto en el cine, en la televisión, en el periodismo, hay gente que afirma haber nacido en el cuerpo equivocado

De ahí que en el mundo existan personas que tengan un pene, pero se sienten mujeres y hay gente que tiene una vagina, pero se sienten hombres. Para complejizar las cosas también hay una minoría que no se pliega a las convenciones de género imperantes en la sociedad, hay gente que se siente a gusto con su cuerpo, pero que quiere ser una mujer con pene o que quiere ser un hombre con vagina o un hombre o a veces una mujer. 

Posibilidades infinitas

Debido a ello, el asunto de la identidad de género es complejo, pues como seres humanos tenemos una correspondencia entre nuestro sexo, es decir, entre nuestras características anatómicas y nuestro género, y nuestra identidad de género, es decir, si nos percibimos como hombres o como mujeres, eso no tiene nada que ver con nuestras preferencias sexuales.

Independientemente de eso, hay un porcentaje importante de la población que comienza a experimentar disforia de género (no concordancia entre su sexo y su género), desde una edad tempranísima, desde que son niños o niñas y es un problema que no es sencillo.

Los derechos de la infancia trans

Este es un problema que interpela de manera muy importante a los profesionales de la salud, tanto a los profesionales de la salud física, endocrinólogos, cirujano, internistas como a los profesionales de la salud mental, psiquiatras, psicólogos y es un problema que además, debe reflejarse en políticas públicas y en legislación. 

En México la legislación al respecto, autoriza a que los padres de las y los menores para que puedan aprobar el suministro de bloqueadores para retardar la pubertad y tener tiempo para tomar una decisión respecto a su orientación de género. 

Legislación transgénero en México

En la Ciudad de México específicamente, es posible que un niño que no se identifica con el sexo con el que nació pueda ver su género modificado en su acta de nacimiento con el consentimiento de al menos alguno de sus padres.

La legislación también posibilita iniciar procesos médicos para reasignación de género de hormonales y quirúrgicos a partir de los 18 años de manera independiente y a partir de los 16 años con el consentimiento de sus padres.

Nicolás remarca que en nuestro país, al menos en términos legislativos y también en términos culturales, la agenda transgénero parece más o menos resuelta, aunque existen ciertas excepciones que hacen necesario visibilizar más el tema.

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