Para el escritor Nicolás Alvarado no es algo complicado autodenominarse como un gordo. No, como un “gordito”, para que la gente sea condescendiente con él, después de 20 kilos de más puede asumirse honrosamente como un gordo, sin el menor problema.
¿Ser gordo es un problema?
Ahora, el escritor no puede considerarse como obeso, porque su porcentaje de sobrepeso no califica para tal término, aunque no necesariamente está contento con la idea de ser gordo, pues preferiría no ser gordo y de hecho ha realizado algunos esfuerzos por no serlo: rutina de ejercicio de 10 minutos, evitar los postres, no comer entre comidas, pero evidentemente, a decir de él, no le importa lo suficiente como para ponerse a comer pechugas y lechugas todos los días para ser un hombre delgado.
Esto, es crucial, pues Nicolás ha decidido combatir com alguna moderación su gordura y vivir con ella como tantos otros gordos que hay en el mundo. Aunque lo que lo diferencia del resto es que no sufre por ser gordo, por las noches su peso no le quita el sueño pensando: “soy un gordo miserable, soy horrible, nadie me quiere”.
DESCUBRE la complejidad que pueden ocasionar algunas palabras si se toman demasiado en serio en el nuevo episodio de La Piche Complejidad de la mano de Carlos Ramírez, experto en storytelling y diseño sonoro.
Cuidar las palabras
Sin el menor problema, Nicolás acepta que no es guapo, pero tampoco feo, por lo que puede vivir perfectamente con ello, pues tiene otras cualidades como su inteligencia, elocuencia, es una buena persona, divertido, tiene un gran porte, sabe hacer martinis, sabe de libros, en fin, algunas gracias tiene el escritor que lo hacen vivir de manera razonablemente funcional, siendo gordo y poco apuesto.
Aunque si por alguna razón, alguien escribe algún día un texto diciendo Nicolás Alvarado es gordo y es feo, el periodista señala que responderá: “tiene razón, sí soy gordo y sí soy feo y puedo vivir perfectamente con ello”, pero al parecer los personajes de Roald Dahl ya no. Así es la pinche complejidad de estos tiempos que vivimos.
Roald Dahl y la generación de cristal
Un tema que está altamente vigente es la alteración de textos literarios para evitar palabras que nos resulten profundamente perturbadoras y traumáticas como “gordo” o “feo”-
Roald Dahl es uno de los grandes escritores de literatura infantil de la historia, todos ustedes conocen, por lo menos dos de sus obras “Willy Wonka y la fábrica de chocolates” adaptada al cine por Tim Burton como “Charlie y la fábrica de chocolates” y “Matilda”.
Este escritor que acompañó tantas infancias en la literatura y en el cine, ya no tendrá permiso de tener personajes gordos y feos, específicamente estas dos palabras para señalarlas como las que quedan prohibidas en el texto, pero pasan incluso cosas más perturbadoras, pues hay una compañía que es la depositaria de todos los derechos de los textos literarios de Roald Dahl, la cual fue recientemente adquirida por Netflix, quien decidió contratar a “expertos en sensibilidad” que modificaron los textos de Roald Dahl para que no contengan palabras ni ideas ofensivas.
Revisionismo literario
A decir de Carlos Ramírez, esta decisión deja mucho que desear, pues el espectador no tiene que ver las características de un personaje en pantalla y sentirse representado por este personaje, es decir, ponerse el saco.
“Yo nunca me sentí identificado con ese personaje, nunca dije “¡ah! yo que tengo estas características me estoy viendo representado o más representado de alguna manera” más bien, me sentí representado con una buena historia que me disfrute o no, de una película y me parece como que curioso que normalmente ahora en este revisionismo como que de alguna manera se está adjudicando cosas que no necesariamente son. Yo puedo tener una característica compartida con un personaje pero eso no significa que me voy a poner el saco”, advirtió el especialista.
Para Carlos, lo que hace escandalosa a esta decisión es que este tipo de personajes de alguna manera no es lo que representan, no es lo que necesita la historia, la historia que se está contando requiere a un personaje que tiene esas características y arbitrariamente el autor puede decidir que así va a ser y eso no significa que sea un ataque.
A decir de Nicolás, la cultura de la hiper corrección política del “wokeness” asume que el ser chaparro o que ser gordo es malo; sin embargo, hay gente que se siente terriblemente mal de ser guapa, debido al prejuicio cultural que les lleva a significar como una característica negativa.
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