Cada momento significativo en la vida marca etapas importantes en nuestra existencia. Estos pueden variar de una persona a otra, pero suelen incluir eventos como cumpleaños, graduaciones, aniversarios, logros profesionales, entre otros.
Estos momentos nos ayudan a definir quiénes somos y recordar nuestras experiencias más importantes. Son puntos de referencia en nuestra historia personal y nos permiten reflexionar sobre nuestro crecimiento y desarrollo a lo largo del tiempo.
Dicen que hay que celebrar todo lo bueno que pasa, porque lo malo llega solito. A mí, por ejemplo, ¡me encanta celebrar mi cumpleaños! ¡Siempre me ha gustado mucho! Me emociono desde un día antes de que voy a cumplir un año más de vida. Y tengo la costumbre o ritual con mi familia de despertar siempre al cumpleañero con un pastel y una velita para pedir el primer deseo. Lo mismo en la comida y otro pastel en la cena. Todos con velita encendida y todos con deseo incluido.
Mi querido lector, esto es algo que me lo tomo muy en serio. Los deseos hay que pensarlos muy bien porque tengo la firme convicción de que lo que uno desea este día, ¡sí se cumple! Es un decreto. El lema en mi casa es que el día de tu cumpleaños todo se vale (casi) y se cumple lo que pides.
Desde que veo la velita encendida, cierro los ojos y me voy hacia adentro, como una especie de meditación en donde no hay juicio, sólo percepción. Sucede algo maravilloso, es como un break del pasado, una nueva oportunidad de mí, conmigo y para mí.
De hacer las cosas diferente, de ser mejor. Me escapo de mi versión anterior y me convierto en la versión de quien quiero ser con la libertad mental de poder aspirar a lo que yo desee sin ningún límite. Escribir un nuevo capítulo, un nuevo inicio, con buena suerte y bendiciones.
Pero no necesita ser tu cumpleaños, puedes aprovechar cualquier oportunidad para hacer este ejercicio.
Nuevo año, nueva semana, nuevo día, nuevo trabajo, en fin, las posibilidades son infinitas. ¡Lo único que necesitas son ganas!
Debo de aceptar que a veces uno no tiene ganas de celebrar. A veces la vida, la situación y las circunstancias nos rebasan y simplemente no queremos. Creo que es en esos momentos es en donde más debemos encapricharnos con la idea de que hay que
celebrar lo bueno. Hay que auto forzarnos.
Es la forma de agradecerlo y de esa forma hacer que el universo nos siga mandando más cosas buenas. También es una forma de
romper la mala energía, de salirnos de ese círculo vicioso. Se que es difícil, pero hay que intentarlo. La vida es hoy y no sabemos qué nos podrá traer el mañana.
Vivimos en un mundo complicado con altibajos a diario y con un futuro inestable. Si hoy puedes celebrar, adelante, seguro no te vas a arrepentir de ello, pero de no hacerlo lo mas probable es que sí.
Así que tienes unos días para prepararte para celebrar el Año Nuevo y con ello la nueva versión de ti que quieres. Hacer las paces sin juzgar de quien has sido hasta ahora, hacer un inventario personal (como lo vimos hace dos artículos) y empezar con el pie derecho.
POR BRENDA JAET
brenda@brendajaet.com
MAAZ