Benito Juárez pensaba que Maximiliano de Habsburgo llegaría a México a imponer toda clase de restricciones y que estaría en contra de todo el progreso que se había logrado en el país, pero contrario a eso el joven emperador llegó con ímpetu de progreso, tenía ideas igual de liberales que las del "Benemérito de las Américas" y eso hizo que ganara muchos enemigos, pues quienes lo apoyaron para que arribara al país le dieron la espalda.
Se sabe que Maximiliano, desde su llegada, intentó entablar un diálogo con Juárez, pero él creía que el monarca impuesto por la corona francesa estaba destinado a preservar los valores conservadores echando bajo tierra las medidas implementadas por los liberales y desde luego las reformas impulsadas por el político oaxaqueño.
Maximiliano invitó a Juárez a formar parte del Segundo Imperio
Para su sorpresa, el emperador y esposo de Carlota, quería un México libre y estaba muy interesado en la igualdad y en los derechos de los indígenas, por lo que mandó una carta a Juárez donde le pedía que fuera parte del Segundo Imperio Mexicano como Ministro de Justicia, pues creía que la alianza entre liberales y monarquía traería estabilidad para los mexicanos, que en la segunda mitad del siglo XIX vivieron muchos conflictos armados.
Pero Juárez era un hombre muy testarudo por lo que se negó categóricamente a formar parte del Segundo Imperio y le respondió su carta en 1864 con las siguientes palabras:
“El filibusterismo francés ha puesto en peligro nuestra nacionalidad y yo, que por mis principios y mis juramentos he sido llamado a sostener la integridad de la nación, su soberanía e independencia, he tenido que multiplicar mis esfuerzos para responder al sagrado depósito que la nación, en ejercicio de sus facultades soberanas, me ha confiado”.
El presidente mexicano se negó rotundamente a pertenecer al segundo imperio, pues calificaba como una "farsa" la presencia del emperador en el país, por lo que le respondió diciendo: “existe una cosa que no puede alcanzar ni la falsedad ni la perfidia y que es la tremenda sentencia de la historia. Ella nos juzgará".
Y es que Maximiliano no era enemigo de México, ni de los mexicanos, biógrafos relatan que el emperador quería igualdad para todos, pues estaba a favor de la libertad de imprenta y de culto, apoyaba la expropiación de la Iglesia y la devolución de tierras a los indígenas, introdujo una legislación laboral progresista, lo mismo que la educación, pues quería que todos los mexicanos recibieran educación básica, sólo por citar algunas de las cosas que hizo durante su estancia en México al frente del Segundo Imperio entre 1864-1867.
Maximiliano se ganó muchas enemistades, por liberal
La ejecución de Maximiliano en el Cerro de las Campanas en Querétaro se dio luego del conflicto entre imperialistas y republicanos tras la enemistad del emperador con los conservadores en México y de que Napoleón III retirara sus tropas del territorio del país.
De acuerdo con datos históricos Juárez no quiso conocer a Maximiliano mientras vivía en el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México, pues habría recibido invitaciones por parte del emperador y su esposa la princesa Carlota de Bélgica para reunirse y conversar sobre cómo gobernar el país.
Estas actitudes hicieron que rápidamente perdiera el apoyo de las fuerzas que le habían traído al trono, los conservadores y la Iglesia, hasta el papá rompió las relaciones diplomáticas con el mandato de Maximiliano quien además intentó defender a su nuevo país, México, de los designios neocolonialistas franceses, por lo que fue retirado el ejército de territorio nacional y se quedó a su suerte. Napoleón III le pidió embarcase con el ejército francés en retirada, pero Maximiliano era un hombre de honor y rechazó huir de su destino que evidentemente sería trágico.
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