El feminismo está en todas partes. Actualmente, es casi imposible navegar en las redes sociales sin leer algo referente a este discurso social. Es gracias a esa misma tendencia que el tema se ha vuelto controversial; el título perfecto para apartados y noticias amarillistas. Pero, ¿qué pasa si escarbamos debajo del escándalo y la polémica? Bueno, pues el feminismo no solo se fragmenta en una variedad de ramas, sino que sus raíces son de lo más interesante. Y una de las ramas más elementales del feminismo, precisamente es aquella que nace de las raíces indígenas: el feminismo comunitario.
Volver a los conceptos ancestrales del feminismo en su forma más pura, nos ayuda a comprenderlo mejor. Hoy en día, palabras como “patriarcado”, “opresión” y “violencia”, se usan más, mientras se piensan menos. Así que, en este artículo, exploraremos por qué el feminismo comunitario nos dice que el patriarcado, además de someter a la mujer, oprime a toda la humanidad. Entenderemos cómo funciona la mente patriarcal y qué es una persona hegemónica. Para al final, poder comprender el entronque de violencias que viven las mujeres indígenas.
Por respeto a sus orígenes, debemos mencionar que este feminismo surge de la lucha indígena en Abya Yala (América Latina). Es una especie de contraposición al feminismo blanco, el cual comienza a ser insuficiente para los intereses de mujeres a nivel global; diversas en raza, orientación sexual y situación socioeconómica. Y es así como se crearon feminismos para aquellas mujeres que no cuentan con rasgos hegemónicos, término que discutiremos más adelante.
El feminismo comunitario tiene como objetivo crear comunidad, deconstruyendo tanto al patriarcado como a la colonización. Propone al patriarcado según Noguez es el sistema de todas las opresiones, explotaciones, violencias y discriminaciones que vive toda la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza, históricamente construidas sobre el cuerpo sexuado de las mujeres. Y a la colonización como el proceso ancestral mediante el cual se normalizan las dinámicas de dominación.
¿Cuántas veces no hemos escuchado que el patriarcado es un sistema donde la dominación es únicamente de hombres a mujeres? Pues lo que nos dice el feminismo comunitario, es que el patriarcado vive en la mente de todas las personas. Puede perpetuarse hacia distintos cuerpos desde distintos cuerpos. Esta “mente” fue definida por el doctor Claudio Naranjo, escritor y psiquiatra chileno, como mente patriarcal. Veamos algunas de sus características:
Autoridad violenta, falta de cuidado, supresión de lo materno, relaciones de dominio-sumisión, explotación de la naturaleza, instrumentalización de los seres sintientes, supremacía del intelecto y de la razón.
El segundo término para comprender el feminismo comunitario, es el de persona hegemónica. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) nos dice que la hegemonía es la “supremacía que un Estado ejerce sobre otros”. Históricamente es muy fácil ubicar los rasgos de las personas que han ejercido ésta supremacía: caucásica, heterosexual y de sexo masculino. Esta es la persona hegemónica. Una búsqueda rápida de todos los presidentes de Estados Unidos, nos facilita la tarea…
De manera muy resumida: el patriarcado no es dominación del hombre hacia la mujer, es dominación de lo patriarcal hacia lo femenino. Sin quitarle importancia al hecho de que la mayoría de personas que perpetúan esta mente patriarcal, históricamente son hombres hegemónicos. Esto nos da como resultado una violencia, no solo a quien no sea hombre, si no también a quién no cumpla con la versión hegemónica del mismo. Con todo esto, podemos hablar sobre el entronque de violencias a continuación.
Existe una vulnerabilidad palpable, por el simple hecho de ser mujer. Pero, ¿qué pasa cuando soy mujer y además una mujer indígena? Podemos ver que existen realidades en donde se crea un conjunto de rasgos, que pueden contribuir a ser todavía más reprimida. A fin de cuentas, todas las personas en alguna medida contaremos con formas de ser no hegemónicas, y esto nos hace víctimas en mayor o menor medida de la mente patriarcal. Nos supone desde un analfabetismo emocional, hasta la propia muerte por el simple hecho de ser.
Para finalizar, hagamos un pequeño ejercicio. Adriana Guzmán es una feminista comunitaria de Bolivia, que nos invita a crear la siguiente imagen mental: pensemos en el hombre más discriminado posible. Es campesino, analfabeta, homosexual, huérfano y discapacitado. Sabemos que la hegemonía social se encargará de marginar a esta persona de muchas formas. Pero, si a esta persona la imagináramos siendo mujer, en lugar de hombre, experimentaría el nivel más alto de opresión, por simplemente haber cambiado su sexo. Entendemos entonces, que ni siquiera el hombre más oprimido que podamos imaginar, viviría el mismo nivel de violencia que viviría una mujer con sus mismas características.
Gracias al feminismo comunitario, somos capaces de ampliar nuestros horizontes frente a las constantes injusticias de nuestro mundo. He aquí la importancia de conocer, cuestionar y divulgar teorías sociales que nos ofrecen distintos entendimientos de la realidad: de una u otra manera, nos acaba competiendo a todas las personas.
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