Juventud, divino tesoro; seguro recuerdas con emoción y nostalgia aquellos años entre primaria y secundaria cuando pasabas horas jugando con tus amigos después de la escuela. Pero quizás también los recuerdes como una época de gran confusión por todos los cambios físicos que, cabe mencionar, todos atravesamos.
Sí, estamos hablando de la famosa pubertad, la etapa de desarrollo en la que nuestro cuerpo pasa por distintos cambios que finalmente nos hacen convertirnos de niños a adultos. Probablemente esos años ya quedaron muy atrás para ti, pero si estás viviéndolo junto con tus hijos, aquí te dejamos algunas claves de esta fase para entenderlos mejor.
Pubertad y adolescencia
De entrada, es importante mencionar que, aunque a veces se usan como sinónimos, pubertad y adolescencia no son exactamente lo mismo. Por una parte, la pubertad es el proceso biológico que determina el crecimiento de niños y niñas, mientras que la adolescencia, es la trancisión gradual de la infancia a la vida adulta, tanto en aspectos físicos, como sociales.
Durante la pubertad se presentan cambios físicos y hormonales que vienen acompañados con el desarrollo de la sexualidad; por ejemplo, el cambio de voz, crecimiento del vello en todo el cuerpo, madurez de los órganos sexuales y el incremento de la masa muscular, huesos y altura.
En el caso de los niños, la pubertad se presenta entre los nueve y 14 años, mientras que para las niñas, llega entre los ocho y 13, con el crecimiento de las glándulas mamarias y la menstruación.
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¿Qué tan duro pega la pubertad?
Esta es una de las preguntas más comunes entre padres e hijos, y es que los procesos hormonales y químicos que ocurren en la pubertad, suelen desatar una serie de dudas e incógnitas sobre el cuerpo y la vida en general.
Es en esta etapa cuando niños y niñas empiezan a proyectar su vida social, despierta su interés sexual, y claro, las inseguridades los hacen alejarse cada vez más de sus padres, buscando vínculos más fuertes con personas de su misma edad.
Según el psicólogo, Hermenegildo Iglesias, esta fase es considerada la de mayor rebeldía y es por ello que los papás deben actuar más como consejeros, en lugar de un ente autoritario sin flexibilidad. Para poner un ejemplo, si tu hijo comienza a tener acné, debes evitar hacerlos sentir mal por su apariencia y llevarlos con un médico especialista que lo ayude a entender qué sucede en su cuerpo.
Además, apoyarlos en su lucha por definir quiénes son y lo que buscan en la vida; desde sus gustos musicales hasta la orientación sexual, pues es aquí cuando sus emociones están un poco fuera de control y es importante ayudarlos a manejarlas.
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Para esto, los expertos recomiendan encontrar actividades que, no solo los diviertan y los mantengan saludables, sino que los ayuden a manejar el estrés y emociones, mientras liberan esa energía extra que suele caracterizar a los puertos.
El arte, la música y los deportes, suelen ser algunos de los mejores aliados para padres e hijos; no olvides acercarte a tus retoños para intentar resolver sus dudas más importantes, y si no te sientes lo suficientemente preparado, siempre puedes acudir con un experto.