RISATERAPIA A.C.

Risaterapia, la organización que trabaja con la risa

Para mejorar la salud y estado de ánimo de personas vulnerables, Risaterapia A.C. trabaja por medio de las sonrisas para devolverles esperanza

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MÉDICO DE LA RISA RESCATE. Su finalidad es animar a personas frágiles por medio de la alegría. Foto: CortesíaCréditos: Foto: Especial

Es cierto eso que dicen de que la risa es la mejor medicina para el alma, sin embargo, también lo es para el cuerpo, pues a nivel físico nos trae un sinfín de beneficios. “Genera hormonas de la felicidad que te hacen sentir bien, también activa el sistema inmune, mejora la circulación, reduce el insomnio” comentó en entrevista Raquel Origel, directora general de Risaterapia A.C., una organización sin fines de lucro, que trabaja con personas en situación de vulnerabilidad con el fin de devolverles la alegría y regalar un pedacito de corazón a aquellas personas que lo necesitan.

“En el mundo de Risaterapia me conocen como la doctora ‘Serpentina’”, contó Raquel quien desde hace ocho años está al frente de la organización.

Impacto positivo

“Visitamos hospitales, casas hogar, comunidades rurales e indígenas, centros de rehabilitación, hemos llegado a centros penitenciarios y a diferentes espacios a través de los médicos de la risa, que son 2600 personas en 36 ciudades diferentes de México”, explicó Origel sobre el trabajo de la fundación, con el que en 2019 se beneficiaron de manera directa a 133 mil personas y 276 de manera indirecta.

CON CARCAJADA. Risaterapia A.C. se fundo en México durante 1999 con la finalidad de ayudar. Foto: Cortesía 

Un vistazo al pasado

Risaterapia se fundó hace 21 años por Andrés Aguilar, el primer mexicano becado por la Universidad de Payasos del Ringling Brothers, el circo más grande mundo, donde trabajó e hizo presentaciones por todo Estados Unidos. Raquel Origel cuenta que en una ocasión llegaron a un hospital a hacer difusión de la labor del circo, Andrés se acercó a una habitación en la que se encontraba una niña con su mamá y le dijo: “Soy el nuevo director del hospital y vengo a que tú autorices el nuevo uniforme de todos”, la niña reaccionó con risas y comenzó a jugar con él. Cuando Aguilar salió del cuarto, de pronto la madre empezó a llorar y le dijo: “mi hija llevaba ya tiempo de no responder a ningún tratamiento. Ella tuvo un accidente en el que sufrió quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo”. De aquella experiencia del fundador saldría la reflexión que lleva como insignia la institución: “No se necesitan milagros, se necesitan narices rojas”.

Por Isis Malherbe