La Encerrona

Trump, China y el dilema mexicano

El retorno del proteccionismo con el sello inconfundible  de Trump desató una guerra comercial con China cuyos efectos siguen cobrando factura en bolsas, cadenas de suministro y economías emergentes

Trump, China y el dilema mexicano
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“Olvídense de los mercados por un segundo, tenemos todas las ventajas” Donald Trump

Los mercados financieros del mundo no caen solos, alguien los empuja. Y esta vez, ese empujón vino desde Washington. El retorno del proteccionismo con el sello inconfundible  de Trump desató una guerra comercial con China cuyos efectos siguen cobrando factura en bolsas, cadenas de suministro y economías emergentes. Lo que comenzó como una batalla de aranceles terminó mutando en una guerra de narrativas, donde cada tuit o decreto presidencial provoca temblores bursátiles de alcance global.

El presidente Trump, al imponer tarifas a productos chinos por cientos de miles de millones de dólares, intenta recuperar empleos manufactureros y reducir el déficit comercial de Estados Unidos, -o al menos esa es su narrativa permanente-. Sin embargo, como era de suponerse, China respondió con la misma moneda, una tasa de aranceles hasta del 34 % en contra de productos estadounidenses clave como la soya, automóviles, tecnología y demás mercancías. El resultado -en el corto plazo- no fue una victoria para nadie, pero sí una inestabilidad duradera para el mundo entero.

Los mercados, “naturalmente nerviosos” y adversos al conflicto y al riesgo, comenzaron a descontar la posibilidad de una desaceleración económica mundial. El Fondo Monetario Internacional bajó sus proyecciones de crecimiento, las bolsas desde Nueva York, Shanghái, Londres, Frankfurt hasta Sydney vivieron jornadas negras con volatilidad extrema, provocando caídas del 7.9 %, la más baja en 16 años. Las empresas multinacionales comenzaron a reconfigurar sus cadenas de producción, sumado a las empresas estadounidenses, las cuales han resentido desde el mismo 20 de enero. 

El presidente Trump parece no tomar en cuenta que el año pasado, Estados Unidos importó bienes de China por valor de USD $438,900 millones y exportó $143,500 millones de dólares al país, según la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, tampoco parece molestarle la caída de los mercados en el orbe y sigue con esta “guerra”, apenas ayer anunció -como le gusta- de manera estridente, que la tasa arancelaria para productos chinos ahora será del 104 %, un tiro al pie para su país, para su gobierno y para la estabilidad de la economía mundial.

Aunque parezca sorpresivo, dentro de todo este caos mercantil mundial, México se ve favorecido… por el momento. Marcelo Ebrard prevé que esta reconfiguración de la correlación de fuerzas económicas representa una gran oportunidad para nuestro país. Sin embargo, no hay que olvidar que, tanto el nearshoring y el papel estratégico que puede tener viene con sus propios riesgos, pues es sabido que México está atado a los vaivenes económicos de Estados Unidos, y si allá hay desaceleración, aquí se resiente con más fuerza. Recordemos el famoso “catarrito”. Además, las inversiones que llegan por razones geopolíticas también se van por las mismas causas.

Así, México y el mundo deberán estar preparados para esta guerra comercial que seguirá durante algún tiempo más. Tenemos que visualizar que esta batalla entre China y Estados Unidos no solo fracturó el comercio global, evidenció su fragilidad. Hoy sabemos que el mundo no está listo para un conflicto entre dos gigantes económicos, también aprendimos que ningún país está aislado de las decisiones de Washington o Pekín. En esa nueva lógica, México puede aprovechar su momento, pero debe hacerlo con inteligencia estratégica, invirtiendo en infraestructura, energía limpia y Estado de derecho. Porque no basta con estar bien ubicado, hay que estar preparado.

POR ADRIANA SARUR 

COLABORADORA

@ASARUR

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