La puerta a una crisis económica ha quedado entreabierta a partir de ayer tras la nueva política arancelaria de Estados Unidos. Una crisis estaría definida por una configuración de varios aspectos negativos de alto impacto: caída del Producto Interno Bruto (PIB); pérdida de empleos; depreciación sensible; inversión retraída; inflación…
Si ocurre una crisis económica a partir de ahora dependerá de si México solo mete la nariz, la cabeza o el cuerpo entero en la rendija que se ha abierto. Este último escenario, el de una crisis completa y profunda, está prácticamente descartado de acuerdo con lo que dijo la presidenta Claudia Sheinbaum ayer, porque siempre, en todo momento, su gobierno buscará diálogo y cooperación con el de Donald Trump.
Pero una crisis pequeña o de corta duración no puede descartarse, sobre todo si los aranceles estadounidenses duran muchas semanas; si se acumulan traslados de turnos de producción de México a Estados Unidos —impactando aquí el empleo en sectores como el automotor—; o si las medidas arancelarias con las que Sheinbaum responda el domingo reviven aquí la inflación.
Por el momento, el escenario más probable es que solo exista una recesión pasajera, y que el fantasma de la crisis únicamente aparezca intermitentemente durante las negociaciones y respuestas de México hacia Estados Unidos.
Sería un golpe temporal. ¿Cómo puede saberse esto? Porque la paridad cambiaria no se alteró con fuerza ayer (el dólar no llegó a 22 pesos, por ejemplo); porque la presidenta adelantó que tiene programado un telefonema con Trump el jueves; y porque aseguró que en las recientes reuniones de Washington hubo acuerdos específicos entre los dos gobiernos.
En ese sentido pareciera que los aranceles podrían ser únicamente una escenografía de corto plazo para que Trump se congracie con su electorado.
Sin embargo, nada está escrito. Si el cálculo estadounidense es que el impacto inflacionario allá no será tan fuerte; y si Trump encuentra sustitutos veloces a las importaciones mexicanas que no le representen fentanilo ni migrantes, como Argentina, entonces el cambio sí sería estructural. Trump ya dijo que sí le interesa un tratado comercial con Argentina.
Por el momento, guerra comercial no habrá, dijo la Presidenta. No obstante, si México responde con aranceles y medidas que castiguen el comercio estadounidense, entraríamos de facto en ella. Y entonces, en ese escenario, la puerta de la crisis se abriría de par en par. Habrá que observar.
RAMÍREZ DE LA O
Mañana reaparecerá el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, a mediodía en la reunión plenaria de los consejos consultivos de Banamex, el banco que encabeza Manuel Romo. Es posible que insista en su diagnóstico sobre el déficit comercial de México con China, para ir homologando nuestra política arancelaria con la estadounidense.
POR: CARLOS MOTA
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