El presidente Donald Trump declaró en febrero pasado que, después de un año de bombardeos de las fuerzas armadas israelíes, la Franja de Gaza era un ‘sitio de demolición’ y presentó un plan de reconstrucción para convertirla en un centro turístico y económico. Las etapas incluían el desalojo de sus habitantes a Egipto y/o Jordania y el desarrollo de infraestructura hasta convertirla en la “Riviera del Medio Oriente”
Esta propuesta -que no es novedosa si se considera el discurso del premier Netanyahu en la última reunión de la AGONU y una publicación israelí sobre arquitectura que detalló el plan “Gaza 2035”- generó reacciones inmediatas de los países árabes, quienes además de los posicionamientos de sus cancillerías se congregaron en la Cumbre Árabe de Emergencia para Palestina, organizada por la Liga de los Estados Árabes (LEA) el 4 de marzo en El Cairo, Egipto.
Este cónclave, debatió propuestas previas, principalmente del Comité Conjunto Árabe-Islámico sobre Gaza, liderado por Arabia Saudita y en el cual participan la Unión Europea y Noruega, pero fundamentalmente fue convocado para definir una respuesta a la situación actual de la Franja de Gaza. Algo fundamental de la reunión fue confirmar que Palestina sigue siendo un tema central para el mundo árabe y por ello la necesidad de alcanzar la paz y la justicia, respetando los derechos y las libertades fundamentales de su población. La consigna sigue siendo poner fin a la injusticia histórica que afronta desde hace varias décadas y establecer una paz duradera que incluya el establecimiento de dos Estados, con Jerusalén oriental como capital. Los asistentes a la Cumbre rechazaron cualquier desplazamiento de palestinos, tanto al interior como al exterior, señalando que esas acciones son una violación del derecho internacional, un crimen de lesa humanidad y representaría una limpieza étnica. En el mismo sentido, condenaron la reciente decisión de Israel de impedir el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza. También rechazaron el uso del asedio y la hambruna como armas políticas, y respaldaron el trabajo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Un aspecto medular consensado por los países árabes fue la reconstrucción de Gaza, la cual, según la ONU podría tener un costo de hasta 80 mil millones de dólares (mdd). Así, decidieron adoptar el plan presentado por Egipto, acordado previamente con Palestina y las naciones árabes y sustentado en estudios del Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo. El plan es una estrategia integral y los países asistentes se comprometieron a proporcionar apoyo financiero, material y político para su implementación, invitando también a la comunidad internacional y a las instituciones financieras a brindar asistencia. Como el conflicto en Gaza sigue latente, aunque está en curso un cese al fuego y un intercambio de rehenes logrado con la intermediación de Estados Unidos, Egipto y Qatar, el comunicado final del encuentro reitera la importancia de cesar de la agresión israelí contra Gaza, la retirada completa de Israel de la Franja y de otras zonas en Líbano y Siria. Como garante de estas solicitudes se planteó una próxima conferencia internacional en El Cairo dedicada a la recuperación y reconstrucción de Gaza, en cooperación con Palestina y las Naciones Unidas. También se hizo un llamado al CSONU para desplegar fuerzas internacionales de mantenimiento de la paz para garantizar la seguridad tanto de palestinos como de israelíes en Cisjordania y Gaza. La Cumbre sirvió además para confirmar medidas recientemente anunciadas por Palestina relacionadas con el rol de sus autoridades en la etapa de reconstrucción de la Franja: la formación de un comité de administración para Gaza, la capacitación de su policía nacional, la eventual realización de elecciones legislativas y presidenciales, y lo más importante: reconocer la necesidad de aglutinar a todas las facciones palestinas bajo la Organización para la Liberación de Palestina, que es el representante legítimo del pueblo palestino internacionalmente. Sin duda, el resultado de esta cumbre trasciende planteamientos previos respecto a cómo afrontar la difícil situación en la Franja de Gaza. El conjunto de las acciones a desarrollar confirma el compromiso de las naciones árabes para resolver los conflictos en la región, su decisión para alcanzar paulatinamente una coexistencia pacífica y su convencimiento de que las acciones de cooperación que benefician a un integrante redundan en el beneficio de toda la comunidad árabe.
POR GUILLERMO GUTIÉRREZ NIETO
ASEM
PAL