Rommel Pacheco es el director de la Conade, pero Alejandro Gutiérrez López es quien en realidad manda. Este personaje no es un servidor público, no está contratado en la estructura de la dependencia.
Durante la gestión de Ana Guevara entró indebidamente al fideicomiso Fodepar como “entrenador de diversas disciplinas” sin que tenga las credenciales para ello; ahora simula ser un “analista”, la figura con la que Guevara sustituyó a los metodólogos, las personas con la autoridad técnica para llevar a los deportistas a conseguir sus mejores resultados.
Tampoco tiene estudios que lo avalen para ello, aunque cobra 45 mil pesos mensuales libres de polvo y paja como “becario”. Lo que en realidad sí es desde hace más de seis años es el mandamás, el ente responsable de extorsionar a los presidentes de federaciones y de asegurarse de que de la Conade salgan los recursos millonarios para operar los eventos deportivos con los que él y un grupo de servidores públicos se han enriquecido.
Todo el mundo sabe quién es Alejandro Gutiérrez, lo conocen perfectamente en el COM, los presidentes de las federaciones de deportes olímpicos y no olímpicos, pues él es el bróker, con él hay que arreglarse para que fluya el dinero del cual, dicho sea de paso, algunos también se llevan un moche. Es el Frankestein que creó el exsubdirector de Calidad para el Deporte, Israel Benítez, quien tres meses antes de que terminara la gestión de Guevara le informó que se tendría que ir junto con todo el equipo de Ana, pero no fue así. El monstruo se volvió contra su creador.
Gutiérrez ya tenía planchado quedarse en la Conade, así lo había arreglado con Rommel Pacheco, quien cuando era diputado federal por el PAN lo invitó a trabajar con él a la Cámara. No aceptó. Era obvio, en ese lugar no se puede bisnear como en la Conade.
Atrás quedaron los tiempos en el que Alejandro e Israel llegaban a las oficinas manejando motocicletas de modelo idéntico, ahora le pestañea a Luis Rivera, a quien le prestó uno de sus dos coches de modelo Golf color blanco, y a quien le dicta la plana de lo que debe hacer con los recursos federales del alto rendimiento.
Gutiérrez es tan abusivo que el año pasado, cuando su padre enfermó gravemente, logró ordeñar recursos del Efideporte para pagar los altos costos del hospital privado donde fue atendido y, claro, como él no es servidor público no tiene por qué rendir cuentas.
Tanto es su poder que desde que Vladimir Ortiz, el director de Alto Rendimiento recién destituido, se sentó en la silla lo sentenció: “Por mí, ese no dura ni un mes”, alardeó por los pasillos de Conade. En otro momento les contaré lo que hizo para intentar incriminar a Ortiz para deshacerse de él. Ojalá los federativos no lo protejan con su silencio, ojalá Rommel se deshaga de él.
POR BEATRIZ PEREYRA
COLABORADORA
@BEATRIZAPEREYRA
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