En México, sólo 47% de las entidades federativas incluyen en sus Programas Sectoriales de Educación (PSE) objetivos, estrategias y acciones orientadas a la prevención del acoso escolar o bullying (Monito, 2024); esto a pesar del incremento de casos en diversas entidades del país, incrementos alarmantes como el de Ciudad de México (CDMX) donde, en 2024, los reportes de acoso escolar aumentaron 205% en comparación con los reportados en 2019 (Consejo Ciudadano, 2024).
Hace unas semanas se reportó el caso de “Fátima”, una estudiante de 13 años, de una secundaria de Iztapalapa, Ciudad de México, que fue víctima de acoso escolar; acoso que culminó con una grave caída desde el tercer piso de un edificio de su escuela. Fátima tuvo que ser internada por las graves lesiones físicas que tuvo.
“Luis”, oaxaqueño de 15 años y “Roberto” de 16, en Guerrero, también sufrieron humillaciones y daños por parte de sus compañeros y compañeras. Antes de quitarse la vida, ambos dejaron cartas a sus familias expresando el dolor que vivieron debido al acoso escolar. Sus casos reflejan una problemática creciente en el país.
Pero ¿qué se entiende por acoso escolar o bullying? De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP) “el acoso escolar se refiere a toda conducta intencional, direccionada, frecuente y en desigualdad de poder (ya sea física, de edad, social, económica, entre otras) entre estudiantes dentro del entorno escolar, generalmente en espacios donde no hay supervisión adulta, con la intención de intimidar, someter o causar daño”.
Al conversar con "Doris", una estudiante de 17 años de Morelos, mencionó que dentro de su grupo de amigas es normal insultar, burlarse o agredir verbalmente a otras compañeras o compañeros por su apariencia física, por su orientación sexual o por no ser consideradas "populares" en la escuela, entre otras conductas. Cuando se le preguntó ¿por qué lo hacían?, respondió que “lo veían como una forma de diversión”.
Este testimonio refleja una relación de desigualdad de poder, donde quienes gozan de mayor reconocimiento social dentro del entorno escolar ejercen violencia sobre aquellas que no encajan con sus estándares, reproduciendo dinámicas de humillación y exclusión.
Y, ¿qué hay de las políticas educativas para prevenir el acoso escolar? El monitoreo de los Programas Sectoriales de Educación estatales muestra que algunas entidades han asumido el reto de prevenir el acoso escolar con estrategias específicas. Estados como Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tamaulipas y Zacatecas han incorporado acciones concretas en sus PSE.
En contraste, entidades como Coahuila, Chihuahua, Durango, Nayarit, San Luis Potosí, Sinaloa no tienen estrategias para abordar esta problemática en sus programas educativos, mientras que otras aún no han publicado su PSE debido a que están dentro del plazo de elaboración o aprobación, es el caso de Chiapas, CDMX, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala, Yucatán, y Veracruz.
Las entidades que han incorporado acciones contra el acoso escolar han dado un paso clave para garantizar el derecho a aprender sin violencia. Sin embargo, en aquellas entidades en donde estas estrategias aún no existen se vulneran los derechos de miles de estudiantes. Las entidades que aún están por definir su PSE tienen la oportunidad de incorporar medidas efectivas que prevengan la violencia escolar y protejan el derecho a aprender sin miedo.
Sin un compromiso claro y acciones concretas, la violencia en las escuelas persistirá, afectando la vida de estudiantes como Fátima, Luis y Roberto. Es momento de asumir la responsabilidad colectiva de erradicar el acoso escolar y garantizar que cada niña, niño y joven pueda estudiar en un ambiente libre de violencia.
* Coordinadora de Monitoreo de Políticas Educativas
@viviana_rico
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