Encuentro Contigo

El duelo

Desafortunadamente el ciclo de la vida y las relaciones concluyen. Sólo queda enfrentar las emociones

El duelo
María Isabel Romero López / Encuentro Contigo / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Comencemos diciendo que el duelo es la etapa normal y necesaria que una persona experimenta después de una pérdida. Ésta puede ser de una relación afectiva de pareja, amistosa, familiar, de trabajo, un animal o una cosa. Por ejemplo, la pérdida del lugar en donde se ha vivido que puede ser por cambio de residencia, por desastre natural o accidental.

El impacto que dichas pérdidas causan tiene que ver con la manera en la que se presentan, además de otros factores como la capacidad de aceptación, adaptación a los cambios, el apoyo que se recibe y la manera en la que, cada uno de nosotros experimentamos y expresamos las emociones y pensamientos con respecto a los sucesos. 

Las pérdidas pueden presentarse de manera repentina o paulatina. Cuando suceden de manera repentina (un accidente, por ejemplo) pudiéramos sentirnos en estado de shock. Es importante no forzar la salida de dicho estado, pero sí estar cerca para que cuando la persona se muestre lista, ayudarle a comprender lo sucedido, haciéndole preguntas con la intención de que pueda reconectar con sus propios recursos, para hilar el suceso y logre tomar decisiones. Por otra parte, las pérdidas que se dan de manera gradual como, por ejemplo, la muerte de un familiar después de una convalecencia larga, permite a veces poder prepararse para dicha despedida, lo que posiblemente facilite la aceptación. Sin embargo, prepararse para la despedida de un ser querido, en nuestra y otras culturas, es un tema no abordado. Damos por hecho que siempre vamos a estar juntos, que nunca nos vamos a morir y que nuestros seres queridos se van a recuperar de las enfermedades, dejando así, cosas sin decir y hacer, lo que impide a muchos en nuestra cultura, despedirse de los seres queridos o las relaciones que no es posible continuar, por diversas circunstancias.

Desafortunadamente el ciclo de la vida y las relaciones concluye. Entonces,  al que se queda le toca afrontar emociones de enojo, culpa o miedo seguido de pensamientos que muchas veces causan tanta incomodidad que algunos de nosotros tendemos a negar e ignorar y acto seguido nos reincorporamos a las actividades cotidianas como si no le estuviera doliendo la pérdida; mientas otros quizá utilizamos los pensamientos y emociones para realizar conductas de autocastigo (no lograr desligarse del suceso a través de la repetición), con la intención de mantener vivo aunque sea en recuerdo al ser perdido, sin poder despedirse y cerrar el ciclo. Si estas maneras de afrontar los duelos se utilizan por un corto periodo de tiempo, digamos seis meses o un poco más, podemos decir que es un duelo normal en donde la persona fluctúa entre una y otra emoción, pensamiento y conducta hasta que encuentra su manera de aceptar la pérdida y reconectar con su propio placer de vivir. Si no es así y tu dolor se alarga en el tiempo, busca apoyo psicoterapéutico, para que tu duelo no se transforme en un duelo patológico que posiblemente afectará tu calidad de vida, ánimo, relaciones, intereses, sueño, apetito, etc.

Toma un tiempo para procesar el dolor de la experiencia, habla de ella, valida tus emociones, pensamientos, disculpa y discúlpate, agradece el tiempo compartido y las enseñanzas aprendidas, utiliza el humor, la creatividad para procesar y soltar.

POR MARÍA ISABEL ROMERO LÓPEZ

MAESTRA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA INTEGRATIVA

PAL

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