Escucho a Ricardo Anaya, excandidato presidencial y ahora coordinador del PAN en el Senado, hablar en contra de la reforma al Infonavit. De la boca de Anaya y de otros opositores salen truenos y centellas: afirman que Morena se apropiará de 2 billones de pesos de los ahorros de los trabajadores. Es bueno creer, pero es mejor no creer. Leo la reforma, la vuelvo a leer y, en ningún lado, dice lo que el senador panista afirma con vehemencia.
Por supuesto, estoy en contra de que en la construcción de vivienda pueda presentarse cualquier hecho de corrupción, pero esta reforma pone sobre la mesa un aspecto fundamental para el desarrollo social.
La pobreza inmobiliaria es un gran obstáculo para el desarrollo de México, particularmente para las nuevas generaciones. En buena medida, la línea entre la pobreza y el bienestar está marcada por poseer o no una vivienda propia. De ahí el esfuerzo de muchas naciones para que los jóvenes puedan adquirir su primera propiedad alrededor de los 30 años.
A pesar de la recuperación salarial del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, prácticamente ningún joven, profesionista o no, puede comprarse una vivienda propia o acceder a un crédito inmobiliario con su salario.
La construcción de un millón y medio de viviendas es una meta ambiciosa, pero realista. Hay varias preguntas que merecen una respuesta seria y meditada para que la reforma del Infonavit y esta meta del sexenio cumplan su objetivo y beneficien a la sociedad.
¿Por qué un millón y medio de viviendas y no dos o tres millones? ¿Dónde construirlas? ¿En qué estados, en qué terrenos, con qué materiales y de qué dimensiones? ¿Quiénes las van a construir y con qué dinero?
En el Valle de México, en lo que alguna vez fue "la región más transparente del aire" se han cometido tres grandes ecocidios para la humanidad: el primero, secar el sistema de lagos sobre el cual se asentaba la gran Tenochtitlán; el segundo, entubar sus ríos si bien se evitaron inundaciones, se afectó irremediablemente el sistema hídrico de la ciudad—; y el tercero, la urbanización desordenada de las tierras más fértiles en los Valles de México, Texcoco y Zumpango.
Las nuevas viviendas deben construirse después de un diagnóstico, no solo considerando los materiales de construcción y sus dimensiones —terribles fueron las viviendas de 35 m² de sexenios anteriores con materiales deficientes—, sino también los terrenos y estados donde deben edificarse.
La construcción de vivienda en la CDMX es un tema aparte y debe analizarse de manera especial, particularmente en el estudio de los polígonos donde se erigirán, evitando desde el principio cualquier abuso o acto de corrupción.
Ninguna de las viviendas que se construyan en los próximos años debe quedar en manos de las mafias inmobiliarias.
Eso pienso yo, ¿usted qué opina?
La política es de bronce.
POR ONEL ORTIZ FRAGOSO
ANALISTA POLÍTICO
@ONELORTIZ
MAAZ