Comencemos diciendo que el amor y la amistad son acciones de dar, entregar, aceptación y confianza en una persona por decisión libre e independiente.
Cuántas veces decimos o escuchamos a alguien decir que ama o estima a una persona, pero cuando esa persona falla sobre nuestras expectativas, se equivoca, piensa, dice y hace cosas diferentes a las que consideramos correctas, entonces nos enojamos, alejamos e, incluso, terminamos dicha relación. Este tipo de amor y amistad realmente son condicionados, no son auténticos, porque dependen del “si”: Si, haces tal; si vistes tal; si piensas tal; si estás de tal, etc., entonces te amo, te estimo.
La amistad y amor auténticos se ofrecen y entregan a través de la aceptación y confianza plena. Sin embargo, no hay que confundirse con aquello que escuchamos socialmente, cuando nos dicen de “que el amor es ciego”. Si se entrega ciegamente, entonces es un engaño autoconstruido desde la ilusión-necesidad-expectativa. En estos casos, sólo es uno el que da, o da más.
Para que la amistad y el amor logren ser plenos y auténticos hay que hacer una construcción entre dos: se requiere edificar la confianza día a día con intimidad y compromiso. ¿Qué significa? Conocerse, sentirse libres, seguros, aceptados, protegidos. Cuando alguno de los dos identifica o percibe una inconsistencia, la pone sobre la mesa para dialogar y encuentra comprensión o la apertura para buscar soluciones y alternativas que ayuden a estar cómodos en dicha compañía.
La sociedad cuestiona la autenticidad del amor. Cuando las personas que tienen, por ejemplo, un matrimonio largo, en donde hay hijos y proyectos -además de que genuinamente se han compartido la pasión-, el compromiso, la intimidad y, por algún motivo alguno de dicha pareja ha fallado con un acto de infidelidad, y el engañado decide continuar, socialmente se dice que eso no es amor, sino miedo a la soledad, al volver a empezar, se cuestiona la autenticidad de la autoestima. Sin embargo, el defraudado, por decirlo de alguna manera, decide seguir amando, aceptando y confiando.
Puedo decirte que eso, es el amor auténtico. Porque la persona ama, acepta y comprende, aún con los fallos; para llegar a ese nivel de entrega y aceptación, hay que atreverse a experimentar el dolor y duelo por lo perdido, cerrar y volver a abrirse, y escuchar a la otra parte involucrada.
Duele que nos fallen, nos dejen, nos juzguen, nos rechacen, claro que duele, y para lograr soltar esa etapa de dolor hay que caminar en la búsqueda de la libertad que se consigue al asumir la frustración, el enojo, la desilusión de los fallos, la culpa, para así poder cerrar ese ciclo, al elegir y decidir. Porque si decide seguir, habrá de hacerlo a través del amor incondicional, aquel que no pone a prueba, el que no necesita que le demuestren o muestren conductas específicas, el que valora lo compartido e identifica, reconoce y agradece lo valioso que encuentra en la compañía de la pareja. Y cuando decide cerrar ese ciclo para continuar un nuevo camino, lo hace reconociendo y agradeciendo lo compartido, sin mirar atrás, dice adiós y emprende su vuelo, también por amor.
POR MARÍA ISABEL ROMERO LÓPEZ
PAL