COLUMNA INVITADA

La borrachera y su resaca

El triunfo avasallante de Morena y sus aliados en la jornada electoral del pasado 2 de junio, con porcentajes y resultados que incluso a ellos sorprendieron

La borrachera y su resaca
Foto: Especial

El triunfo avasallante de Morena y sus aliados en la jornada electoral del pasado 2 de junio, si bien producto de una planeación y operación electoral de varios años, con porcentajes y resultados que incluso a ellos sorprendieron, en los hechos coronó con la obtención de una mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso de la Unión que, desde mi punto de vista, ha generado en ese grupo gobernante lo que podríamos llamar embriaguez electoral.

Es común que cuando se ingiere alcohol en exceso nos embargue una pasajera festividad y felicidad, que a su vez empodera de manera tal que somos capaces de incurrir en torpezas e imprudencias cuyas consecuencias evidentemente no se miden en el momento, pero además se minimizan. No obstante, cuando la borrachera pasa, lo que sigue es la resaca o cruda -física y moral-. Además, van “apareciendo” los daños colaterales de las estulticias cometidas, que regularmente no recordamos con claridad.

Imbuidos en esa borrachera que otorgaron los votos, dueños de la voluntad del pueblo bueno y sabio, al finalizar el 2024, morena y sus aliados acumuló un total de 16 reformas constitucionales aprobadas, en promedio, una cada 15 horas aproximadamente. El dato por supuesto llama la atención, porque en ese tiempo es imposible materialmente realizar un trabajo legislativo responsable, que incluya no solo un diseño normativo serio, sino que comprenda también análisis y discusión. Pero además debe alertarnos sobre sus consecuencias, algunas ya palpables, como es la eliminación del diálogo con las fuerzas políticas opositoras, que implica ignorar a la población que no comulga con las ideas mayoritarias; otras, como en toda resaca, vendrán emergiendo poco a poco.

Las reformas aprobadas pasan por aspectos fundamentales, como la renovación total del Poder Judicial federal, cambiando la forma de elección de sus integrantes, que ahora será por voto popular; la desaparición de órganos autónomos que se fueron creando para tutelar derechos humanos y asumir funciones que el Ejecutivo federal no debía ni podía tener a su cargo; regresar la condición de empresas de Estado a Pemex y CFE; elevar a rango constitucional los programas sociales que suelen ser poderosas herramientas clientelares; militarizar la seguridad nacional, y ampliar el catálogo de delitos que permiten prisión preventiva oficiosa, entre otras.

El propósito es claro: concentración del poder en el Ejecutivo federal. El mensaje del legislativo también lo es: la tiranía de la mayoría. En menos de lo que canta un gallo, dice el refrán, en menos de cuatro meses, bajo el efecto de esa embriaguez, se modificó sustancialmente el diseño del Estado mexicano, con la reflexión que permiten los tiempos a los que hemos hecho referencia. Las consecuencias están por venir.

La Constitución es la norma suprema de un Estado en donde se plasma el pacto social, contiene los derechos humanos o fundamentales de las personas y la forma de organización del aparato gubernamental, con el principal objetivo de establecer los límites al ejercicio del poder. ¿Qué certeza puede brindar a México una Constitución tan inestable? Lamentablemente lo que nos queda en este inicio de año es confiar en que la borrachera acabe y que la resaca no traiga consecuencias irreparables. ¡Feliz 2025!

Por: Gabriel Mendoza Elvira

Abogado consultor 

@gmendozaelvira

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