El año, habrán notado, terminó con Tabasco literalmente en llamas: coches y OXXOS incendiados entre los disparos de a saber quién contra quién, porque ya ni eso es fácil de determinar. Luego está el caso de Sinaloa. El estado de sitio continúa, a pesar de que Omar García Harfuch se ha concentrado en Culiacán, porque si esperamos a que el góber resuelva la cosa, sobra decirlo, estamos perdidos. Significativamente, apareció un comunicado del IHOP, la cadena de restaurantes de hot cakes que extiende sus negocios a montones de países y de ciudades dentro de nuestro país, en el que avisa que cierra el changarro. Que en Sinaloa no se puede. Por supuesto, tenemos la pesadilla de Guanajuato, para no hablar de Guerrero, donde, habrá que recordarlo, decapitaron a un alcalde sin consecuencias para nadie, se entiende que consecuencias políticas o penales.
Hay muchas razones para esta locura, que ya explicarán los expertos, pero uno recorre las notas de prensa cada día, esa especie de versión todoabarcante y actualizada del viejo “Alarma!”, y no puede dejar de pensar que el licenciado López, el ahora silencioso licenciado López, hoy probablemente encerrado en su finca, disfrutando de las ceibas y la escritura de obras inmortales que reunirá, en plan Alfonso Reyes, el FCE, se aventó seis años de –seamos generosos y hasta crédulos– una dejadez casi plena que nos puso en esta situación inédita (porque es inédita, y miren que no andábamos para salir a bailar a las calles en los sexenios anteriores), empacó, se enfundó la guayabera, se metió la cartera con detentes al bolsillo y le dijo a su sucesora: “Ai’ te encargo a mis muertitos”.
Y venga: a lidiar con el problemita para arrancar el sexenio, y el año que empieza. No es que la administración en funciones sea exactamente ajena a este problema mayúsculo. Aunque sea de dientes para afuera, la presidenta ha dicho y repetido que le dará continuidad a la estrategia de su predecesor, la cosa esa de atender las causas del problema, y el solo hecho de decirlo ya tiene un peso enorme.
Con todo, es evidente también que hay en Palacio Nacional una intención de enfrentar al crimen organizado con métodos muy distintos, es decir: de enfrentarlo y punto, a diferencia de lo que pasó en el periodo 18-24, y que lo de remontar mínimamente la inercia de guerra y locura se está revelando como muy, pero muy complicado.
En fin, que de alguna manera el sexenio del licenciado López no, no ha terminado del todo, de manera que, por arrancar como estamos arrancando este año, entre tiros e incendios provocados que si no son actos terroristas, se les parecen mucho, toca voltear a La Chingada y darle las gracias muy sentidamente al prócer, con nuestros mejores deseos para este 2025. Para él, para lo suyos y para los soldados que lo protegen.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
MAAZ