“I was saved for God to Make America Great Again”: Donald Trump
Tiempos pasados fueron mejores, reza el dicho. Hoy, ante la desmesurada producción de -todo-, tecnología con fecha de caducidad y una cotidianidad creada para el “cambio” y el desecho rápido, la nostalgia está convertida en un producto más, lo actual revestido con aires del pasado, “cuando fuimos felices”. Esta sensación no solo lo podemos observar en productos, sino en series y películas, lugares a los que asistimos o moda, también en política, donde la nostalgia puede convertirse en algo muy peligroso.
El equipo de publicistas de Donald Trump lo sabían en 2016 y Trump lo ha comprendido muy bien durante su campaña de 2024. Make America Great Again (Hacer América Grande Otra Vez, MAGA) inició como un eslogan de campaña y ahora es un movimiento, una frase que ha vuelto una ideología en gran parte de Estados Unidos y que ha logrado traspasar fronteras. Un pensamiento que enmarca regresar a un pasado de lo que se piensa que fue lleno de glorias, de bonanza, de mejor “estilo” de vida. Trump conectó con aquel estadounidense que cree que -al igual que al magnate neoyorquino- la actualidad le ha robado algo, que el mundo de nuestros días está en deuda con ellos.
Sin embargo, a lo que se refiere Trump y el movimiento MAGA no es a “la vida sin teléfono celular” o la dinámica vertiginosa de las tecnologías de la información y comunicación, tampoco a aquella vida tranquila y sin preocupaciones. La narrativa implementada por el Make America Great Again trata de volver a los tiempos donde los migrantes eran tratados como esclavos, un mundo en el cual Estados Unidos ponga y quite presidentes de Latinoamérica y otras latitudes para beneficiarse, un planeta en el cual no exista China como un competidor comercial en Occidente, significa una Unión Americana en la que las y los afroamericanos (y todas las demás razas que no sea la suya) no puedan acceder a derechos humanos, una comunidad LGBTTTI+ inexistente, en fin, un orbe donde no haya reglas -medioambientales o cualquier otra que les afecte-.
Por esto es tan grave la concepción de nostalgia puesta en palabras -y en las acciones- de Trump y del hombre más rico del mundo, Elon Musk. El primero busca un mundo en el pasado en el cual creció, una plutocracia tradicional, con beneficios para él y “los suyos”; el segundo persigue un futuro en Marte con pleno control en la Tierra y, por supuesto, con los beneficios de un planeta sin regulación del medio ambiente ni límites en su plataforma de comunicación (X), en la cual la propaganda y las mentiras sean multiplicadas por él y sus chatbots. Un mundo alternativo donde el “Sieg heil” realizado, lo distorsione aludiendo a cualquier vaguedad que se le ocurra en el momento.
Así, lo mencionado por Trump en su investidura el 20 de enero (el día más triste del año) acerca de que “la edad de oro de Estados Unidos empieza ahora mismo”, no significa otra cosa que buscar a toda costa un mundo sin restricciones (morales, éticas, armamentistas, financieras, comerciales) para él y solo para él. Estamos parados frente a una distopía del pasado que Trump y aliados la llevarán al presente, en la cual puede que no exista futuro. Dentro de poco el mundo entenderá que no siempre tiempos pasados fueron mejores.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
EEZ