En la actualidad, nos encontramos en una etapa en la que el liderazgo global del que gozaba Estados Unidos ha sido puesto en duda, si no es que ya lo perdió. Son varios los factores detrás de este declive, desde la situación interna de dicho país hasta su política exterior. Del mismo modo, no puede negarse que vivimos en una época en la que la globalización atraviesa una crisis, al ser cuestionada por el auge de los nacionalismos en distintos países. Para muchas personas, el futuro de su nación depende de un Estado fuerte, con poca o nula influencia externa. Esto no implica aislarse, pues estamos más conectados que nunca y podemos saber qué ocurre en otros países en cuestión de minutos.
La globalización trae consigo el auge de las superpotencias, las cuales aspiran a convertirse en la fuerza hegemónica que dicte las pautas a escala global. Para los historiadores que sitúan el inicio de los primeros procesos de globalización alrededor de los siglos XVI y XVII, con el establecimiento de rutas marítimas comerciales alrededor del mundo, la monarquía española habría sido la primera hegemonía global. Para el historiador Diego Olstein, en cambio, es más preciso ubicar al Imperio británico como el primer poder hegemónico del mundo globalizado. Tal influencia no solo abarcó los ámbitos político y económico, sino también el cultural. ¿Alguna vez se han preguntado por qué el fútbol es el deporte más popular del mundo?
Posteriormente, la hegemonía pasó a manos de Estados Unidos, que además se vio enfrentado con la Unión Soviética hasta la disolución de esta última a finales del siglo XX. Desde entonces y hasta la fecha, el vecino del norte ha ostentado la posición de potencia hegemónica mundial. Tal vez su mayor demostración de poder haya sido la “guerra contra el terrorismo”, la cual forjó una alianza global y configuró las estrategias de seguridad en gran parte del planeta. Convirtió el terrorismo en un concepto presente en todo el globo.
Ahora varios observadores han destacado la decadencia del poder hegemónico de Estados Unidos, ligada a lo que algunos consideran una crisis de la globalización. Sin embargo, la fuerte presencia de redes comerciales, culturales, informativas y de socialización pone de manifiesto que el mundo permanece conectado. Ante este panorama, surge la aspiración de ciertos actores por convertirse en la nueva hegemonía global.
Desde hace tiempo, se prevé que el lugar de Estados Unidos sea ocupado por China, un país que ha ganado terreno en múltiples frentes. Un ejemplo es la proliferación de sus aplicaciones de comercio digital, orientadas a un mercado cada vez más amplio.Mientras la globalización se debate, las potencias siguen compitiendo por ejercer una influencia decisiva. ¿ Se aproxima la consolidación de una nueva hegemónica? ¿se mantendrá la actual? ¿O será el momento de pensar en un nuevo sistema que busque alejarse de las hegemonías mundiales?
POR IGNACIO ANAYA
COLABORADOR
@Ignaciominj
MAAZ