Desde afuera

Trump y su gobierno

Mucho se ha hablado del estilo personal de Donald Trump, que el próximo 20 de enero retornará a la Casa Blanca tras un período de cuatro años durante los cuales prometió venganza

Trump y su gobierno
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Mucho se ha hablado del estilo personal de Donald Trump, que el próximo 20 de enero retornará a la Casa Blanca tras un período de cuatro años durante los cuales prometió venganza contra quienes en su opinión le hicieron trampa en las elecciones de 2020 o le traicionaron al prestar más atención a las leyes que a sus demandas de "corregir" el error de los votantes.

Cuando asuma la presidencia, el próximo lunes, Trump tendrá un gobierno federal alineado por convicción o por temor con la oposición demócrata a la defensiva. Pero parte de la forma en que gobernará ha sido definida como una personalizada, una en la que "la política cederá el sitio a la lealtad". La fidelidad es una virtud que Trump aprecia, especialmente cuando es hacia su persona. 

Tal vez sea consecuencia de lo que algunos politólogos consideran como una crisis sistémica y favorece la llegada de un "hombre fuerte". Más allá, la realidad es que el triunfo electoral de Trump en las elecciones del seis de noviembre de 2024 puso a los Estados Unidos en un momento donde la presidencia y el Congreso están en manos de un mismo partido mientras la Suprema Corte de Justicia se encuentra ideológicamente inclinada hacia la derecha religiosa.

Trump ha sido acusado de tendencias autoritarias y su gabinete está lleno de leales, mientras que en el Congreso, los líderes de las mayorías republicanas parecen empeñados en imponer una disciplina más "trumpista" que partidista.

De hecho, en algunas dependencias ya hay reportes sobre cuestionamientos al personal del gobierno sobre sus ideas políticas o su adhesión a las ideas de Trump. Es de entrada el planteamiento de Michael Waltz, próximo Consejero Nacional de Seguridad. 

De hecho, ya en las primeras audiencias de confirmación de funcionarios se han notado algunas características: en la dedicada al nominado para secretario de Defensa, Peter Hegseth, polémico por sus puntos de vista sobre el rol de las mujeres en las Fuerzas Armadas, creencias religiosas fundamentalistas y acusaciones de hostigamiento sexual, amén de que hasta hace un par de meses era presentador de noticias en la cadena FOX. Contra la costumbre, la regla de la mayoría marginó literalmente a la minoría demócrata, que salvo excepciones no tuvo posibilidad de acceso a una investigación sobre el aspirante.

El "mayoriteo", sin embargo, es un proceso que no es raro en países donde hay competencia partidista, y los demócratas en Estados Unidos emplearon sus mayorías legislativas para abrumar a los republicanos. Pero rara vez, si acaso, para sofocarlos.

Y en el actual congreso estadounidense, donde la mayoría republicana literalmente lo que aparentemente se impondrá será la lealtad a la voluntad de Trump.

Ciertamente, varios politólogos coinciden, en formas distintas que la presidencia de Trump llega en un momento en que los Estados Unidos se encuentran en una crisis sistémica, con un gobierno descrito como disfuncional y un congreso que frecuentemente está inmovilizado por desacuerdos partidistas o ideológicos.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                                          

@CARRENOJOSE

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