El gobierno federal dio a conocer el Plan México, un proyecto de alineamiento de incentivos, capacidades públicas y privadas, de coordinación de autoridades y de identificación de sectores clave en diversas regiones para lograr, con base en decretos, leyes y asignación de fondos mixtos, la prosperidad compartida y colocar a nuestro país entre las diez economías más importantes del mundo.
El propósito es adecuado, necesario y urgente: tener un plan y no ser parte del plan de otros, a manera de mapa de ruta, para salir del agujero de la irrelevancia, la inseguridad, las amenazas externas, el deterioro democrático, la desigualdad y la falta de crecimiento en el que nos encontramos.
Sin embargo, enunciar el plan no es suficiente, es preciso dar los pasos en la dirección correcta, de otra forma, volveríamos a escuchar la respuesta que dio el Gato Sonriente a Alicia en el País de las Maravillas, en la novela de Lewis Carroll, "Si no sabes a dónde vas, cualquier camino es bueno".
Existen cinco condiciones fundamentales, pasos obligados para lograr cada una de las once metas y para hacer de México el mejor país.
En primer lugar, asegurar la unidad nacional en torno a los intereses de México, lo que obliga a evitar la polarización y el enfrentamiento entre "el pueblo bueno y el pueblo malo", que promueve la narrativa oficial. Dejar de privilegiar el pensamiento único y de censurar el derecho a disentir, abrir el diálogo con la oposición y convocar a todos, es el piso de la prosperidad.
Fortalecer la cultura y las buenas prácticas democráticas, garantizando la división de poderes y la rendición de cuentas. Evitar el sometimiento de los poderes Legislativo y Judicial al Ejecutivo, favoreciendo el diálogo, la inclusión y los acuerdos; y asignar responsabilidades ante casos de corrupción como en Segalmex y Migración -entre otros-, son temas pendientes.
Vigencia del Estado de derecho, legalidad y transparencia para garantizar la igualdad ante la ley, el combate a la impunidad y el respeto a las libertades y los derechos fundamentales, sólo así se logrará mantener e incrementar la confianza y las inversiones que necesitamos. El respeto a la libertad de expresión, libertad religiosa y libertad de educación son la clave del desarrollo social y democrático.
Recuperar la seguridad y el acceso de los ciudadanos a la justicia, base para alcanzar la paz, tomando en cuenta las distintas iniciativas de instituciones y organizaciones de la sociedad civil. En particular, es de atender el Acuerdo Nacional de Paz propuesto por el Episcopado Mexicano, a fin de sumar a los esfuerzos del gabinete de seguridad, la reconciliación nacional y la fuerza de los ciudadanos como generadores de paz. Mantener el combate al crimen organizado es, en este momento, la piedra angular en la construcción de un país más justo y más próspero.
Finalmente, profundizar en la erradicación de la miseria y la disminución de las brechas de desigualdad y pobreza. Para ello, es indispensable fortalecer las capacidades regionales y dejar de lado el condicionamiento de los programas sociales y el uso político electoral de los recursos públicos.
POR MARCO ADAME CASTILLO
Analista y Consultor Político
MAAZ