OMNIA

AMLO ante el futuro

Deja un legado en obras y políticas públicas que tardarán en ser evaluadas con justeza porque en el presente no es posible

OPINIÓN

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Eduardo R. Huchim / Omnia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ante una multitud festiva que lo vitoreó como tantas otras veces en el Zócalo capitalino, el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió el mensaje sobre el sexto y último informe de su gobierno, en un adiós emotivo, pleno de fervor popular que a él lo nutre de energía y a sus detractores los hace rabiar. 

¿Será la última vez que AMLO llene la máxima plaza capitalina? Por sus declaraciones jubilatorias parecería que sí, pero probablemente no resistiría un llamado explícito si en el futuro su presencia fuese necesaria para defender o impulsar el cambio de régimen que su gobierno inició.

Esta gran transformación estará lejos de transitar en autopista, porque hay intereses e inercias que se resisten, pero sí podrá hacerlo aun en camino pedregoso, si la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum, y su equipo poseen el talento suficiente para usar las piedras en modo construcción y superar el modo paralización.

El gobierno lopezobradorista tiene grandes logros y, por supuesto, también cometió errores. Deja un importante legado en obras y políticas públicas que tardarán en ser evaluadas con justeza porque en el presente no es posible.

Si se habla elogiosamente de su austeridad personal y gubernamental, de su empeño por favorecer a los pobres y de que millones de ellos salieron de la pobreza, de que 30 millones de hogares reciben al menos un programa social o algún apoyo, de su lucha tenaz contra la corrupción, de su gran obra ferroviaria, de su enorme tolerancia ante la protesta social que nunca fue reprimida… si se habla de todo eso, quien lo hace será un “matraquero” servil. 

Si se intenta una crítica bien intencionada de la expansión de la delincuencia y su diversificación, de la insatisfacción de los padres de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, de las fallas e insuficiencias en educación, de la deficitaria atención médica y hospitalaria de los institutos de seguridad social, de la corrupción que -aun sin negar los avances- es inocultable que sigue rampante porque es una hidra de cabezas múltiples, de que la violación a la normativa electoral arrojó una sombra innecesaria sobre el contundente triunfo de Sheinbaum… si se habla de todo eso, quien lo hace será un conservador neoliberal e incluso un vendepatrias. 

Sin negar la existencia de deficiencias e insuficiencias en el sexenio a punto de terminar, también es cierto que una extraviada oposición sobredimensiona fallas y difunde la narrativa de que el país está en ruinas y en medio del autoritarismo. La obcecación y la mezquindad impiden reconocer que el presidente más querido y mejor valorado en decenios inició una profunda transformación de la vida nacional.

Imposible que ocurra ahora porque la polarización lo impide, pero cuando el tiempo ofrezca perspectivas y cordura para el juicio justo, es probable que López Obrador, su persona y su gobierno serán reconocidos en algún momento futuro como artífices de una etapa luminosa de la historia mexicana.

BAJÓ LA POBREZA LABORAL

Hablando con Porfirio, un periodista conocedor del materialismo dialéctico y crítico de gobiernos presentes y pasados, surgió una relevante apuntación: A este gobierno que se va le faltó algo muy importante: una verdadera reforma fiscal que pudo emprender, sobre todo porque para ello se requiere un líder carismático y con gran apoyo popular como AMLO.

Una reforma así -comenta Porfirio- es un pendiente que en el futuro habrá de emprenderse porque lo exige la pobreza que todavía lacera al país, aun cuando es innegable que tuvo importantes reducciones en el sexenio. 

Porfirio me dejó pensando en que no solo la pobreza sino también la desigualdad son asignaturas pendientes que se precisa seguir combatiendo. Mientras la mayoría de los que nacen pobres fatalmente morirán pobres, ningún político ni multimillonario deberían dormir tranquilos. 

El gobierno de López Obrador tuvo un gran acierto que redituó en justicia social y en generación de votos: los sucesivos aumentos a los salarios mínimos, que crecieron de 88.36 pesos diarios en 2018 a 248.84 en 2024, es decir casi se triplicaron en términos nominales entre 2018 y 2024. 

Uno de los efectos a los que contribuyó el alza de los minisalarios es lo que anunció este martes 3 de septiembre el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en el sentido de que entre el segundo trimestre de 2023 y el segundo trimestre de 2024, la pobreza laboral disminuyó de 37.8 a 35.0% y se situó en el menor nivel desde que se tiene registro. (Verónica Reynold / El Heraldo de México, 04/09/24). 

En pobreza y desigualdad hay mucho camino aún por transitar, pero son muy estimables los avances en el sexenio que concluye.

POR EDUARDO R. HUCHIM

COLABORADOR

@EDUARDORHUCHIM

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