Cada 18 de septiembre, el mundo celebra el Día Internacional de la Igualdad Salarial, pero cada año que pasa, una pregunta permanece: ¿hasta cuándo las mujeres vamos a recibir un pago menor por el mismo trabajo que hace un hombre?
En México, las mujeres seguimos ganando, en promedio, un 35% menos que los hombres por desempeñar el mismo trabajo, de acuerdo a cifras del INEGI. Eso significa que, mientras algunas organizaciones publican informes destacados sobre sus políticas de diversidad, equidad e inclusión, en la realidad están entregando un cheque con menos ceros a cada mujer que ahí trabaja… y lo saben. Es un compromiso con la igualdad seriamente cuestionable.
A estas alturas, ya no tenemos excusas para seguir perpetuando una práctica tan dañina. Las herramientas para cerrar la brecha salarial existen, y han estado disponibles durante años, como las auditorías salariales que son un primer paso básico para identificar las disparidades. Pero, ¿cuántas empresas realmente las realizan? Y de aquellas que lo hacen, ¿cuántas actúan de inmediato para corregir esa disparidad? Pocas, muy pocas.
El origen de esta práctica viene desde la cima de la pirámide. Los líderes organizacionales necesitan entender que la igualdad salarial, además de ser un asunto de justicia es una cuestión de eficiencia y competitividad. Las empresas que valoran y pagan equitativamente a sus empleados son, sin duda, más innovadoras y atractivas para el talento.
Primero, hablemos de eficiencia. La desigualdad salarial genera un ambiente de trabajo en el que la desmotivación y la insatisfacción se vuelven la norma, especialmente entre las colaboradoras que se sienten subvaloradas. Esto impacta directamente en su (falta de) motivación y productividad porque aquellas que perciben que su esfuerzo diario no se refleja en su compensación es menos propensa a dar lo mejor de sí misma.
No es sorprendente que las organizaciones que priorizan la equidad salarial registren menores tasas de rotación de personal. Mantener colaboradores comprometidos y motivados, además de reducir los costos asociados con la contratación y formación de nuevo personal, mantiene el conocimiento dentro de la organización, lo que es crucial para la competitividad, la continuidad y la eficiencia operativa.
Además, la igualdad salarial promueve un entorno de trabajo más colaborativo y cohesionado. Cuando todos los colaboradores saben que están siendo tratados con justicia, independientemente de su género, es más probable que se involucren en un trabajo en equipo productivo y que compartan sus ideas e innovaciones sin reservas. Un equipo diverso y bien compensado es más eficiente, colaborativo y creativo. Las organizaciones que son capaces de aprovechar esta diversidad de pensamiento y experiencia son, naturalmente, más innovadoras.
Ahora, en cuanto a la competitividad, quienes se comprometen con la equidad salarial envían un mensaje claro al mercado laboral: valoramos a nuestros colaboradores y estamos dispuestos a respaldar esa valoración con acciones tangibles. En un mundo donde el talento es uno de los recursos más escasos y valiosos, las organizaciones que gozan de un sello de justicia e igualdad tienen una ventaja significativa en la atracción y retención de talento.
Considerando la convivencia intergeneracional en los ambientes de trabajo, los más jóvenes buscan un buen salario pero también quieren trabajar en organizaciones que reflejen sus valores personales, es por eso que la igualdad salarial es un poderoso imán para este talento.
Este compromiso con la equidad también mejora la reputación de la empresa. En un entorno donde los consumidores y los inversionistas son cada vez más conscientes de las prácticas empresariales, las organizaciones que se destacan por su justicia salarial pueden diferenciarse de sus competidores. Los clientes quieren comprar productos y servicios de empresas que se alineen con sus valores, y los inversionistas están cada vez más interesados en apoyar a organizaciones que demuestran responsabilidad social. En este sentido, la igualdad salarial también es un gran valor para atraer capital y lealtad del cliente, ambos elementos esenciales para una ventaja competitiva sostenible.
Además, en un contexto regulatorio que está evolucionando rápidamente, las organizaciones que se adelanten a la curva y adopten prácticas de igualdad salarial estarán mejor posicionadas para cumplir con nuevas legislaciones y evitar sanciones. En lugar de ser reactivas, pueden mostrarse proactivas, utilizando su compromiso con la igualdad como una ventaja competitiva.
Por último, y no menos importante, es fundamental reconocer que la equidad salarial es un reflejo del liderazgo dentro de una organización. Los líderes que entienden y actúan sobre la importancia de pagar de manera justa están demostrando una visión y un compromiso con el bienestar de sus empleados que va más allá de las palabras.
Esto mejora la cultura organizacional y envía un mensaje fuerte y claro: esta es una organización que valora a su gente y está dispuesta a hacer lo necesario para garantizar su satisfacción y éxito.
El tiempo de las promesas ha terminado. La urgencia es real y las mujeres no necesitan más discursos sino salarios justos. Las organizaciones tienen la responsabilidad y el poder de hacer que esto suceda para estar en el lado correcto de la historia.
“No deseo que las mujeres tengan más poder sobre los hombres, sino sobre si mismas”. Mary Wollstonecraft.
Estrella Vázquez es consultora especializada en la gestión de talento y capital humano, fundadora y directora general de Time2Grow, una alianza de servicios integrales conformada por las organizaciones mexicanas: Factor RH, Time2Business (T2B) y Skills2Work (S2W).