El distinguido profesor Alejandro Nieto García en 2010 hizo un análisis profundo y sarcástico a la vez sobre la huelga que los jueces españoles hicieron un año antes, bajo el título El malestar de los jueces y el modelo judicial. Y dice: “Lo importante son, pues, los agravios acumulados, de tal manera que el motín hubiera podido levantarse por cualquier chispa anecdótica. Lo importante, en otras palabras, es que los jueces, hartos de sentirse maltratados, decidieron afrontar abiertamente y todos a una lamentable situación”.
Guardadas las distancias, en México por primera vez en la historia se ha convocado a un paro nacional de personal y personas juzgadoras del Poder Judicial de la Federación, en vista a la destrucción –porque no se le puede denominar de otro modo– de uno de los tres Poderes de la Unión. Más allá de la división de poderes, la independencia judicial, los retrocesos que apuestan a la autocracia y al ánimo revanchista, la gente ha sido engañada bajo el artificio de la falta de una verdadera justicia insensible a las necesidades del pueblo.
No hay mañana en la que cualquier funcionario del Poder Judicial es atacado sin pruebas. Desde el más modesto empleado de un juzgado, pasando por los secretarias y secretarios y hasta llegar a todas las categorías de personas juzgadoras son calificados groseramente de corruptos y de ser una burocracia dorada que cuentan con privilegios en un México enmarcado por la pobreza y la violencia.
Si hay corrupción y hay elementos que lo acrediten, ¿qué espera la autoridad para actuar en consecuencia? Si no hay corrupción que comprobar, entonces es un pretexto que ofende profundamente a las personas del Poder Judicial de la Federación y tilda de estúpida la inteligencia de la ciudadanía. ¿Privilegios? No, no lo comparto. La labor judicial federal se ha forjado a fuerza de capacidades, conocimientos y criterio jurídico en un proceso objetivo llamado carrera judicial, totalmente ajeno a la designación discrecional. El mérito por encima del carisma, el esfuerzo sobre la popularidad.
En mi carrera como juzgador y particularmente como Ministro de la Corte he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas que llevan toda la vida laboral dedicada al Poder Judicial ¿Qué va a pasar con todas ellas? Van a resultar perjudicadas, quien diga que no se basa en una falacia y no se vale engañarlas. Por supuesto que todos aquellos empleados que hicieron carrera judicial se les esfumará la vida activa laboral, se les está matando su futuro y esperanza laboral.
México tiene hambre de justicia, el modelo judicial puede y debe mejorarse, en eso estoy de acuerdo. Pero la reforma judicial propuesta en nada se correlaciona con el problema. Cambiar a todos los ministros, ministras, magistradas, magistrados, juezas y jueces no abonará a resolver los pendientes de la agenda de justicia; por el contrario, los agravarán.
Nunca se había visto en la historia de México un ataque tan rabiosamente furibundo a las instituciones judiciales por hacer su trabajo en el marco de la Constitución.
Por eso, mi solidaridad absoluta y plena a un paro nacional del Poder Judicial de la Federación el cual, por cierto, es totalmente legal y libertario. ¡Qué paradoja que los antaño luchadores sociales ahora califiquen de ilegal la defensa de los trabajadores!
POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
PAL