Sismo político, con epicentro en Sinaloa, sacudió no sólo los cimientos verbales sobre los que se edificó el régimen del presidente Andrés López Obrador, sino también los pilares para construir el llamado segundo piso de la cuatroté.
El pasado 10 de agosto, Frank Pérez, abogado de Ismael El Mayo Zambada, difundió una carta firmada por su cliente, dando su versión de cómo ocurrió su captura el pasado 25 de julio, movilizando a toda la estructura del grupo político dominante en México, desde el Ejecutivo federal, hasta los gobernadores e integrantes de la próxima administración.
Porque en el documento, difundido en inglés y en español, menciona a un prominente morenista y amigazo del oriundo de Macuspana: Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa.
“Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado. Estaba enterado de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, Gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex diputado federal, alcalde de Culiacán y rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), sobre quién debería dirigir esa institución. Me informaron que además de Héctor Cuén y el gobernador Rocha Moya también estaría presente en la reunión Iván Guzmán Salazar”, dice el segundo párrafo.
En estricto sentido, la carta dice que el hijo del Joaquín El Chapo Guzmán le dijo a El Mayo que el gobernador Rocha estaría en ese encuentro, dando a entender que la comunicación la entabló El Chapito con el mandatario.
Ciertamente no afirma Zambada que el gobernador lo haya convocado directamente a él, ni siquiera que hayan hablado por teléfono, pero la sola mención de Rocha bastó para cimbrar al morenismo.
Casi de inmediato, el presidente López Obrador y los gobernadores de la cuatroté salieron a respaldar a su compañero, obligados a cerrar filas con el movimiento, según afirman algunos abajofirmantes.
Porque, por un lado, “el señor Zambada” —como lo llama AMLO— puso bajo sospecha a un gobernador del movimiento político que los llevó al poder con la bandera de acabar con la narcoviolencia. Y la sospecha siempre estigmatiza y es un veneno progresivo y en muchas ocasiones letal.
Pero, sobre todo, lo arroparon porque involucrar a un morenista en una supuesta reunión entre capos abrió tremendo socavón a una de las piedras angulares del movimiento de López Obrador: “nosotros no establecemos relaciones de complicidad con nadie”.
Jugó así el socio de El Chapo Guzmán una fuerte carta política dirigida al morenismo, cuyos efectos se extenderán hasta la administración de Claudia Sheinbaum, pues si bien hasta ahora no se trata de un testimonio formal ante la sala 522 de la Corte de Distrito Oeste de Texas, donde ha tenido sus audiencias, El Mayo dejó claro que el nombre de Rocha Moya podría salir a flote durante el juicio en su contra.
Y eso sería un verdadero terremoto para el segundo piso de la cuatroté.
POR: RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
RAYMUNDO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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