Política para a'mar

Resultado electoral, revelación después de la simulación

Se vuelve visible la efectividad de las estrategias empleadas por las fuerzas políticas

Resultado electoral, revelación después de la simulación
Marlene Mizrahi / Política para a'mar / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Al fin concluyeron las campañas, pasó la jornada electoral y conocemos el desenlace de la votación. Hemos elegido a quienes ocuparán un cargo de elección popular durante los próximos años.

Con los resultados, la simulación de apoyo llega a su fin: la cantidad de votos es la única prueba tangible de lo que las fuerzas políticas realmente pueden lograr. Luego del despilfarro en eventos masivos, mítines, reuniones privadas y demás, conocemos el verdadero efecto de su estrategia de convencimiento, coordinación y organización.

Una que tiene que ver, por supuesto, con la persuasión, recaudación y movilización. Mismo que los partidos quisieron exhibir previo a los comicios en encuestas, redes sociales, aglomeraciones, entre otros.

Principalmente en las concentraciones multitudinarias, ahí donde se amalgaman varias personas: aquellas interesadas en escuchar las propuestas; quienes acuden a mostrar su apoyo; las que van a cumplir una “obligación” por recibir una nómina de cierto gobierno o personaje político junto con las reclutadas.

Ver este tipo de actos “reventar” el Zócalo de la Ciudad de México o, incluso, llenar una plaza en Zacatecas o Nuevo León, o que se ocupen todas las sillas bajo una carpa en cualquier colonia, en términos de Benjamin Barber, puede ser ejemplo de una “democracia fuerte” (vs. “democracia blanda”).

Para Barber, la democracia fuerte exige que el ciudadano participe en la vida política y no solo en momentos de crisis o elección. Sin embargo, hay varias situaciones lamentables en esos esos eventos.

En algunos de ellos, es notable la falta de energía de los espectadores, las porras forzadas y los camiones afilados. También, si uno presta atención, se escuchan los susurros sobre lo difícil que ha sido llegar a ciertos lugares, quejas sobre las condiciones del espacio, el calor, la sed y el hambre.

Es realmente desconsolador: se saca provecho de la necesidad de la gente. A esto se suma la fatiga de los mismos aspirantes, los desagrados y molestias entre varios de los que ocupan un espacio en el escenario y sus chistes repetidos. Es una simulación, y actuar, igualmente cansa.

En “Sumulacra en Simulation”, Jean Baudillard describe una situación en donde la autenticidad ha dejado de existir como tal y ha sido reemplazada por la copia, que ha funcionado como sustituto para la realidad. Algunas prácticas políticas están diseñadas para aparentar participación y apoyo popular, sin reflejar una legítima voluntad democrática.

Estamos conscientes de que gran parte de lo que sucede en esas reuniones numerosas es una simulación, sabemos que gran parte de lo que se publica en las encuestas también lo es. El riesgo es llegar a lo que describe Baudillard, donde ya nada sea real y los involucrados en esta ilusión – es decir, nosotros – seamos incapaces de notarlo.

POR MARLENE MIZRAHI

COLABORADORA

@MARLENEMIZRAHI

MAAZ

 

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