Columan invitada

La prohibición y el dilema del vapeo

En todo esto hay una discusión importante y que es saber si una adicción es una enfermedad para luego, distinguir entre las decisiones autónomas y las racionales

La prohibición y el dilema del vapeo
Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Tomás O’Gorman es un gran amigo de años con quien siempre discuto y pocas veces estoy de acuerdo, pero en esta ocasión, con la iniciativa de reforma a los artículos 4 y 5 de la Constitución en materia de vapeo y vapeadores, Tomás, tiene razón.

Tomás, además de ser un técnico en el oficio del Derecho es cofundador de la asociación Pro-Vapeo México, A.C. y miembro del consejo de la Red Internacional de Organizaciones de Consumidores de Nicotina. Su alegato es simple: “Al prohibir el vapeo, el Estado no está reconociendo nuestro derecho a hacer con nuestra vida lo que queramos. Hacer con nuestra vida lo que queramos implica también vapear, incluso, consumir sustancias, si eso es lo que queremos hacer. Al prohibirnos el vapeo o hacer uso de las drogas, el Estado está violando nuestra autonomía y nos trata de un modo paternalista, está impidiendo que hagamos algo que tenemos el derecho moral de hacer (sin afectar a terceros)”.

En todo esto hay una discusión importante y que es saber si una adicción es una enfermedad para luego, distinguir entre las decisiones autónomas y las racionales.

El prohibicionismo tiene su origen en una posición puritana y en los intereses económicos, quienes con el paso del tiempo suman argumentos para justificar las prohibiciones, por ejemplo: los problemas de salud pública y las conductas antisociales que refuerzan la “sentencia” de la pérdida de la autonomía de voluntad de los adictos. ¿Cuántas veces ha escuchado que, quien consume alguna sustancia se convierte en esclavo de ellas, que pierde el control de sus acciones, particularmente en lo que se refiere a su adicción, y pierde su capacidad para tomar decisiones?

Si una adicción es una enfermedad, entonces fácilmente se convierte en un problema de salud pública, y dado que el Estado está encargado de proteger la salud de los ciudadanos, encuentra aquí una justificación, pero, habría que hacerse algunas preguntas: si una adición es una enfermedad; y si efectivamente ésta nos hace perder el control, nos absuelve de responsabilidad y limita la autonomía individual?

Es complicado y atrevido generalizar, pero en materia de vapear, si tenemos el derecho de fumar todo el tabaco o beber todo el alcohol que nos venga en gana (siempre que no afectemos a terceros), aunque eso pueda resultar irracional y sepamos que arriesgamos la vida, entonces por qué no vamos a tener el derecho de vapear, incluso si sabemos que arriesgamos nuestras vidas con ello? ¿Se debe prohibir porque es peligroso o porque consumir vapeadores atenta contra nuestra salud o nuestra vida? Con esa idea, el Estado debería prohibir los deportes de alto riesgo o hasta el suicidio.

Si alguna lógica hubiera en la prohibición del vapeo entonces debería considerarse al tabaco, el alcohol, los refrescos y las golosinas azucaradas que provocan, directa o indirectamente, muchas muertes en México.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ

@DIEGOLGPN

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