Está escalando. La invasión rusa que solamente iba a durar una semana va por el tercer año. La firma de un nuevo tratado de unión militar entre Corea del Norte y Rusia ya tuvo lugar.
“¿De qué nos preocupamos?”, dicen algunos. “Hasta ahora todos los misiles enviados por Corea del Norte en contra de Corea del Sur no llegan a su objetivo”.
El asunto es que utilizaron misiles reales y, al mismo tiempo, nada garantiza no tengan armas nucleares en su arsenal. Por su parte, Rusia evidentemente ya contaba con el propio (uno muy bien dotado), además de los drones de Irán y probablemente armamento que le han dado otros países aliados a Moscú. Eso sin olvidar que a la fecha sigue sin saberse el estado que guarda todo el armamento nuclear anterior a la apertura política de la era de Gorbachov con la famosa Glásnost.
Para condimentar esta grave situación, hace pocas semanas el cariz de la invasión rusa a Ucrania tomó un nuevo giro con la integración del ejército norcoreano al frente de batalla. Como reacción a esa intromisión física de otra nación, los países de occidente incrementaron la apuesta transfiriéndole mayor poder balístico a Ucrania.
Desafortunadamente tanto Vladimir Putin como el presidente de Corea del Norte, Kim Jong Un, están especialmente alebrestados en estos momentos. Quien los tiene así es la amenaza naranja, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Y eso es lo que termina por completar un cuadro muy preocupante para todo el planeta.
Y es que no es lo mismo inquietar a cualquier común mortal que a ese par; dictadores desquiciados, dueños de mecanismos que pueden destruir el mundo.
Dicen que ‘un pesimista es un optimista informado’. Y bueno, tratando de ser optimista, ojalá que una y otra parte —me refiero a democracias y a tiranías— estén midiendo las implicaciones de alinearse para entrar en una confrontación de gran escala. Pero lo dudo. Más bien todo indica están midiendo y calibrando su poder de balística, de influencia militar y, sí, de cierta manera considerar hasta qué punto podrán absorber las consecuencias de sus actos.
En otras palabras, si bien uno esperaría que no destruyan el mundo (total, ellos tampoco podrían salir huyendo), el hecho es que contemplan arrasar con ciertas regiones del planeta. El asunto es que, una vez encendidos los ánimos, es relativamente esperable pierdan los estribos...
Naturalmente, el que el presidente sudcoreano impusiera un toque de queda en Corea del Sur, para luego quitarlo; su desfachatez de presionar a las casas encuestadoras para que favorecieran a sus candidatos; y el que su esposa recibiera sobornos, entre ellos una bolsa Christian Dior de regalo, no ayuda en nada. Todo lo contrario: tiene a su pueblo muy enojado y al borde de la histeria en plena crisis política. En lo nacional, Yoon Suk Yeol está logrando que la oposición pida endurecer las medidas de protección en contra de Corea del Norte y busque quitarle del cargo.
Mientras, el otro gigante asiático, nada ha dicho sobre la unión Rusia-Corea del Norte. Su silencio debería poner a todos en guardia. Hoy en día, China es el GRAN proveedor del comercio mundial (y el mayor prestamista de Estados Unidos); imposible sacarlo del juego en este tipo de alianzas y entendimientos militares.
Sobre México no escribo hoy salvo para decir que esta situación que amenaza el orbe le pasa de noche a sus políticos. Sus representantes federales están demasiado ocupados en liarse a golpes en el Senado de la República…
¡Qué tiempos nos tocó vivir! ¡Alerta roja! El mundo en manos de personajes mucho muy peligrosos. Los dirigentes, más que velar por sus pueblos, están absortos en compensar —para peor— sus obscuras carencias.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADOR
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
MAAZ