La Encerrona

El turno es para los BRICS

Los BRICS dieron pasos significativos hacia la creación de un sistema financiero alternativo, con miras a reducir su dependencia del dólar

El turno es para  los BRICS
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“La idea de que los países BRICS están tratando de alejarse del dólar mientras nosotros nos quedamos de brazos cruzados y observamos se acabó” Donald Trump

El presidente estadounidense, Donald Trump, fiel a su estilo y  a tan solo unas semanas de tomar posesión de su segunda periodo como presidente, al parecer sigue en campaña. Las amenazas de elevar la tasa arancelaria ha sido su carta de presentación no solo con su aliados geográficos del T-MEC, sino con todo aquel quiera comerciar con Estados Unidos. Conocido por su política proteccionista durante la presidencia 45, Trump ha vuelto a la carga con una propuesta que sacude los mercados internacionales al imponer aranceles a los países del bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

Esta medida, que aún no se concreta, parece más una estrategia para consolidar su narrativa electoral que una solución real a los desafíos económicos de Estados Unidos. Pero, ¿qué implicaciones tendría esta decisión, especialmente en un contexto donde los BRICS avanzan, comandados por los intereses rusos, hacia la desdolarización? En primer lugar, los aranceles son un arma de doble filo. Si bien pueden proteger temporalmente a ciertas industrias estadounidenses, a largo plazo encarecen los bienes de consumo y dificultan las exportaciones. Esto lo explicó bien la presidenta Sheinbaum, pero con los BRICS, la situación se complica aún más.

Este bloque representa casi el 40 % de la población mundial y más del 25 % del PIB global. Gravar sus productos podría desatar una guerra comercial de dimensiones impredecibles, como ocurrió con China durante el mandato de Trump. Los consumidores estadounidenses pagarían el precio en forma de inflación, y las empresas, especialmente las tecnológicas, enfrentarían barreras para acceder a mercados clave como India y China. Sin embargo, lo verdaderamente preocupante no son los aranceles en sí, sino el trasfondo de esta disputa: la creciente independencia del bloque BRICS respecto al dólar.

En su última cumbre, los BRICS dieron pasos significativos hacia la creación de un sistema financiero alternativo, con miras a reducir su dependencia de la moneda estadounidense. Esto incluye acuerdos bilaterales en monedas locales y el impulso de un banco de desarrollo propio. El temor de Trump acerca de la desdolarización y la creación de una nueva moneda interbloque es porque recordemos que hace un poco tiempo, el Mercosur imaginó una moneda propia de la región, el “Sur”, que solo quedó en un sueño, pero que ahora toma relevancia con el impulso de China y Rusia, pues sus intereses domésticos podrían impulsar a todo el bloque de “emergentes”.

Por lo que si los BRICS logran consolidar un sistema financiero paralelo, la hegemonía del dólar podría tambalear. Esto debilitaría la capacidad de Washington para usar su moneda como herramienta geopolítica. En este contexto, los aranceles de Trump no son solo una medida económica, sino un intento de frenar una transición global que amenaza con redefinir el equilibrio de poder. Empero, esta solo sería una estrategia limitada y reactiva, pues los BRICS ya no son simples economías emergentes, son actores globales con una creciente capacidad de influir en las reglas del juego.

Así, la perorata trumpista de imponer aranceles en este momento es como tratar de contener una inundación con un balde, es un esfuerzo inútil ante fuerzas mucho mayores. Si Estados Unidos quiere mantener su relevancia en un mundo multipolar, necesitará algo más que proteccionismo, ya que requiere liderazgo, alianzas renovadas y una visión que vaya más allá de imponer barreras comerciales. Trump, con su nostalgia por el pasado, parece ignorar que el futuro del comercio global ya no gira exclusivamente en torno a Washington. La disputa con los BRICS es una señal de que el mundo está cambiando y no hay arancel que pueda detenerlo.

POR ADRIANA SARUR 

COLABORADORA   

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM  

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